¿Quién diría que una serie sobre Emily Dickinson sería la propuesta más original y surreal de AppleTv? Pues, nadie. Esa es la verdad. ¿Por qué? Porque el resumen de la vida de la prolífica poeta es básicamente que escribía en su cuarto aislada del mundo, y sin embargo, sus obras son la prueba de su vena artística y de su imaginación sin límites. La serie, entonces, recoge el reto de gratificar el mundo interno y externo de Emily Dickinson y lo hace con un despliegue de creatividad único, presentando su historia a través de una comedia bastante disfuncional.
“Dickinson” bien podría llamarse “Bad Luck Emily” o “Todos odian a Emily” porque nada está a su favor de su figura principal; su madre (Jane Krakowski) quiere que ella se case, su hermano Austin (Adrian Enscoe) está obsesionado con casarse con Susan Gilbert (Ella Hunt), que sucede que es la mejor amiga, musa y amante de Emily, su mejor amigo quiere casarse con ella, el único hombre por el que se siente atraída, Ben Newton (Matt Lauria), muere y su padre Edward Dickinson (Toby Huss) quiere evitar que pueda publicar algo porque cree que manchará el apellido Dickinson. Esta broma recurrente es una de las cosas más predecible de la serie y a la vez, la más graciosa ya que nosotros sabemos que el apellido Dickinson está en la historia precisamente por los escritos de Emily.
Desdichada y sin suerte, la pobre de Emily goza de muy pocos triunfos en la serie, incluso cuando parece que saldrá victoriosa, la rebeldía le cuesta reniegos y hasta una cachetada.
Ciertas decisiones deliberadas de la serie pueden resultar un tanto no convencionales. Por ejemplo, el uso de hip hop, las alucinaciones de Emily, la abeja animada e imaginaria de la poeta y secuencias en forma de collage de bailes y reuniones. Estos anacronismos hacen que la serie se sienta más cool y más actual pese a que se desarrolla en el pasado. Algo parecido intenta “Gentleman Jack” con una protagonista que rompe la cuarta pared y nos vuelve su cómplice en sus dilemas y problemas emocionales. En “Dickinson”, Emily no rompe la cuarta pared, pero el guión contiene líneas y referencias que los espectadores comprenderán y disfrutaran.
Mi favorita es el cameo de Louisa May Alcott que en plena cena navideña suelta la idea de una novela que pretende escribir y que más adelante se convertiría en el clásico “Mujercitas”.
“Dickinson” no es la primera serie que utiliza canciones modernas cuando su historia se desarrolla en otra época, como es el caso de “Peaky Blinders”, pero podría haber corrido un riesgo con esa atrevida elección musical. Por ejemplo, en “Las Chicas del Cable”, cuya historia se desarrolla en la década de 1920, la banda sonora no es históricamente precisa a la época, es más son canciones de pop, cuya letra (en inglés para colmo) no coincidiesen con la escena ni menos con la ambientación y terminan malogrando el momento. En “Dickinson”,
el soundtrack, compuesto por música contemporánea de pop alternativo y hip hop, es una elección bizarra, pero que encaja a la perfección con la estética peculiar, fantástica y surreal con el que pretende distinguirse.
Por supuesto, la serie no podría sostenerse si no tuviera una actriz como Hailee Steinfeld, que además de compartir excelente química con todo lo que le rodea, tiene ese porte de adolescente privilegiada, astuta, excéntrica y dramática que hace que nos encariñemos de inmediato con Emily Dickinson. Sin embargo, uno de los principales problemas de la serie es que solo profundiza en las complejidades de Emily, Sue y Lavinia (Anna Baryshnikov), mientras que los demás personajes o parecen caricaturas de la propia época, como es el caso de Austin o son una colección de idiotas.
El único que se salva es Ben, pero solo se trata del interés amoroso de Emily.
Lo mejor de la serie es la forma en la que ilustra los poemas de Emily, sus metáforas, alegorías, delirios y problemas. La mujer siempre estuvo adelantada a su era, nunca pudo encajar en los roles tradicionales de su tiempo, y la serie sabe que esa es una historia que incluso en la actualidad puede resonar.
Con “Dickinson”, una serie sobre una poeta del siglo 18, “Apple Tv” busca atraer público joven, o por lo menos eso intenta ya que la producción está dirigida a ese demográfico. No obstante, el principal atractivo de “Dickinson” es que es lo suficiente rara y atrevida para una comedia ingeniosa en donde resalta un dialogo pulcro y una visión muy creativa que trae a la era de plataformas streamings a una artista inmortalizada ya en el mundo de la letras.