domingo, 11 de octubre de 2020

GLOW T3: El show debe(ría) continuar

La serie de Netflix, “GLOW”, tomó un rumbo diferente en su tercera temporada. En la ficción, lo que originalmente era un programa de televisión sobre lucha libre entre mujeres, pasó a ser un show en vivo en un hotel en las Vegas, cambiando la dinámica de la serie, reduciendo justificadamente las escenas de lucha y profundizando más en la compleja evolución de sus personajes y en el proceso, desafiando las narrativas convencionales a las que estamos acostumbrados. 




La temporada tuvo una invitada especial: Geena Davis interpretando a Sandy Devereaux St. Clair, un personaje que en cualquier otra serie se habría convertido en la antagonista de la temporada, sin embargo, en “GLOW”, se volvió una aliada casi incondicional y una posible mentora de las chicas. Si bien “GLOW” ya tiene una eterna competencia entre sus protagonistas, Ruth (Alison Brie) y Debbie (Betty Gilpin). La serie no iba a desperdiciar el encanto natural de Davis en una nueva competencia absurda en la que no iba a ganar, en vez de esa historia, “GLOW” crea un interesante paralelo entre Debbie y Sandy. De hecho, Sandy podría ser el futuro de Debbie, pues, Sandy solía ser una corista reconocida, pero con el pasar de los años, tuvo que dejar la vida artística y buscar una manera de sobrevivir sin su talento. Entonces, se volvió directora de entretenimiento del Fan-Tan Hotel y Casino, consolidando su poder y protección hacia los artistas que trabajan en el hotel. Se trata, aunque con algunas diferencias, del mismo camino que tomará Debbie cuando se da cuenta que su carrera como actriz ya no da para más, por lo que decide tener más peso en la productora de Bash (Chris Lowell).




Una de las características más atractivas de “GLOW” es su capacidad de tocar temas espinosos en un momento y después cambiar el tono para ser una comedia brillante. En la tercera temporada, la serie estuvo dispuesta a explorar la no tan misteriosa sexualidad de Bash. A diferencia de Arthie (Sunita Mani) y su esfuerzo por aceptar admitir que era gay ante el grupo, cuando todos ya lo sabían, Bash no solo no acepta su sexualidad, sino que está aterrado de ella. Si antes Bash era otro de los puntos graciosos de la serie, en esta temporada, se convierte en el punto más dramático descubriéndose como un personaje tan complicado como nuestras protagonistas. La diferencia es que las mujeres son parte de un grupo, que a su vez funciona como un soporte emocional para sus integrantes, pero Bash no es parte del grupo. La crisis emocional de Bash se desata cuando su atracción por hombres es descubierta y explotada por su propia esposa. Vale la pena recordar que la época en la que se desarrolla la serie es la década de los 80, una era donde había muchos tabus sobre la orientación sexual y también había mucha ignorancia sobre el VHI, lo que creaba estigmas sociales respecto a los homosexuales. Así, pues, hay una escena muy fuerte en la que un Bash ebrio llora suplicándole a Debbie que no quiere morir. Esto lo dice evidenciando su pavor a un posible contagio de VIH, porque en su cabeza eso significaba muerte, y porque recientemente había tenido un trío con su esposa Rhonda (Kate Nash) y un extraño.




Hasta el momento, Bash se había comportado como un verdadero idiota, bastante intolerante, inseguro y hasta homofóbico en una escena donde no soporta estar alrededor de hombres abiertamente homosexuales, parte del grupo de artistas del hotel. En otra serie, Bash tendría un largo camino para aceptar su sexualidad, pero no es el estilo de "GLOW." La serie puede ser graciosa, pero también puede ser duramente realista. Lo fue cuando Ruth se sometió a un aborto, cuando Ruth fue acosada sexualmente, cuando la industria dejó de prestarle atención a Debbie, etc, etc, etc. En el caso de Bash es igual. A diferencia de Arthie, Bash no tiene una Yolanda (Shakira Barrera), con quien Arthie desarrolla una relación, Bash se acostó con un hombre y con su esposa, no está interesado en madurar, vive aterrado de perderlo todo si es que admite su orientación sexual y no tiene ni el mínimo interés de aceptar sus gustos, prefiere seguir pretendiendo que es una persona “normal”. Por eso, rechaza la oferta de Sandy para hacer el show de GLOW permanente y decide regresar a Los Ángeles planeando tener una familia con Rhonda. 



 Con cada temporada, “GLOW” se posiciona como una de las mejores series de Netflix con un excelente balance entre la diversión y el drama. Al pasar a las Vegas, las peleas y entretenimiento se redujeron sustancialmente debido a que el show era el mismo y las chicas ya lo habían perfeccionado. De modo que colocar estas escenas de lucha, la serie habría caído en la repetición. En ese sentido, la serie prácticamente eliminó las escenas de lucha después de presentar el primer show en las Vegas, y al tener tiempo disponible se dedicó más a otras historias, como la historia de Bash, la eterna competencia de Debbie y Ruth o la noche de campamento, todo un episodio, “Outward Bound”, dedicado a un viaje al Red Rock Canyon. Si bien la historia de Bash es quizás la más polémica de la temporada, el show nunca deja de girar alrededor de las mujeres y como ellas, a través de la lucha libre, van enfrentando sus problemas, desafiando sus dilemas y traumas emocionales. Este grupo se refugió en la lucha libre y en la lucha libre encontró una especie de burbuja donde pueden hacer lo que quieran, explotar sus talentos y encontrar su voz interior. Paradójicamente, Las Vegas se vuelve otra burbuja que, con esfuerzo, llega a ser una cima, el pico más alto que el grupo puede alcanzar después de la cancelación del programa. En esta nueva burbuja, cada personaje ha encontrado lo que buscaba; ya sea libertad, fama o estabilidad monetaria. Cuando Sandy les ofrece un trato para que el show sea permanente, Bash lo rechaza, por razones egoístas y personales, no quiere quedarse en el mismo lugar donde estuvo con otro hombre, pero antes del no, ya se veía que varias de las mujeres del grupo estaban listas para salir de la burbuja. 




 En ese sentido, el último episodio de la temporada, que se convertiría en el último de la serie, “A Very GLOW Christmas”, condensa lo mejor de la serie; presenta una versión muy bizarra del show navideño, que sería el último show, y también va cerrando historias algunas en una nota positiva, por ejemplo, Cherry (Sydelle Noel) y su esposo deciden adoptar, Sam (Marc Maron) se vuelve el guardián legal de su hija, y otras en una nota ambigua a la espera de una nueva temporada que no va a llegar. Durante el curso de la serie, Ruth y Debbie han sido mejores amigas, enemigas y aliadas. La competencia para nada sana entre Ruth y Debbie existe desde mucho antes que Ruth se acostara con el marido de Debbie. En otra serie, Ruth y Debbie ya habrían arreglado sus diferencias para volver a ser amigas, pero en “GLOW” no. La realidad es que Debbie jamás podrá perdonar a Ruth por traicionarla y las dos se envidian entre sí por los atributos que tienen. Del mismo modo, si “GLOW” fuera otra serie, habría hecho funcionar la relación Ruth-Sam, pese a todos sus defectos, pero no. “GLOW” conoce tanto a sus personajes que sabe que Ruth y Sam no podrían tener una buena relación amorosa por sus propias personalidades, así que lejos de ponerles trabas externas, las internas ni si quieras les dio el chance de internarlo. La relación terminó antes de que pudiera comenzar en un mismo episodio donde aceptaron sus sentimientos y se toparon con la realidad. La estabilidad de Las Vegas no es suficiente para GLOW ni para Debbie ni tampoco para Ruth. La ambición de Debbie por reclamar como suyo el éxito de GLOW, hizo que, con el dinero de Bash, comprara una televisión en los Ángeles y, así como lo hizo Sandy, empezara a controlar su propio negocio. De ese modo, aunque los derechos de la serie le pertenecen al canal, Debbie planea crear un nuevo show sobre las mujeres luchando y quiere que Ruth sea la directora. Sin embargo, después de varias fallas emocionales, Ruth decide perseguir su sueño de ser actriz rechazando la oferta de Debbie.



 Netflix había renovado a “GLOW” para una cuarta y última temporada, pero tras la crisis ocasionada por el coronavirus, decidió cancelarla. Desde el punto de vista técnico, se entiende. “GLOW” es una serie sobre un grupo de mujeres que practica lucha libre, en la mayoría de escenas tienen que estar juntas, actuando, luchando o interactuando entre sí y eso representa un riesgo y una pesadilla logística. No obstante, la solución de Netflix fue drástica, cuando habían otras opciones, como posponer las grabaciones indefinidamente, sin embargo, con la cancelación deja una conclusión frustrante, ambigua y agridulce porque no debió terminar así. Lamentablemente, no todos los “debía” obtienen justicia y así como el programa dentro de la serie fue cancelado, así como el show en las Vegas no iba a ser permanente, “GLOW” se acaba abruptamente sin chance de un último round. De todas maneras, sigo pensando que el show debería de continuar y quizás, Netflix pueda rectificarse reviviéndolo. 




Últimamente Netflix viene tomando decisiones muy estúpidas. Y como lo escribió @jlamotta en Twitter: “La reciente estrategia de Netflix de cancelar sus series sin final puede acabar espantando tanto a creadores como a la audiencia que se piense 2 veces consumir productos inacabados o insatisfactorios.” Cada vez más, Netflix se va alejando de ser esa plataforma que apostaba por proyectos originales que desafiaban la narrativa convencional. Tal vez, más adelante, cuando todo esto pase, Netflix pueda reivindicarse, aunque lo más probable es que no lo haga. Netflix está en una nueva fase: La fase “¿Qué te pasó Netflix? Antes eras chévere”.