martes, 23 de octubre de 2018

#Maniac: Viaje al interior de mentes dañadas

Maniac”, la serie protagonizada por Emma Stone y Jonah Hill y dirigida por Cary Fukunaga da una mirada nostálgica de la soledad y de la amistad una vez que se sobrepone de sus problemas de letargo narrativo y su distractora atmósfera ochentera y futurística. 



 Es un poco difícil de explicar de qué diablos se trata “Maniac”. Un resumen simplificado podría ser gira alrededor de dos personas con una inesperada conexión que se encuentran en un extraño experimento que los hace enfrentarse a sus mayores miedos y en el proceso ambos terminan ayudándose entre sí, sin embargo, estaría obviando varias cosas importantes como las simulaciones de una computadora con sentimientos que manipula todo porque está sufriendo por la muerte del doctor del que estaba enamorada. 



Más allá de la espectacularidad visual y de evocar otras producciones surreales, porque sí pareciera que “Maniac” tiene algo para todos, es un poco “Black Mirror”, un poco “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos”, un poco de “Matrix”, un poco de comedia, un poco de fantasía, un poco “The Leftovers”, y hasta es un poco incómodo en sus primeros tres episodios introductorios, lo cierto es que el corazón de la serie está en sus protagonistas; el joven esquizofrénico, Owen, interpretado por un magistral Jonah Hill esta vez completamente alejado de la comedia, y Annie (Emma Stone), una adicta que se desconecta de la realidad mediante una droga para no sentir la muerte de su hermana. De ese modo podemos ver a “Maniac” como una conjunción de géneros cuya excentricidad le permite vanagloriarse de su estilo audiovisual y lucirse con los rangos actorales de sus figuras principales y hasta secundarias, cómo no admirar a Sally Field o a Justin Theroux. Sin embargo, la miniserie sí peca de ambiciosa, le sobran episodios y simulaciones que no aportan nada pero al menos hace el intento de centrarse en el peso de la soledad y la culpa de Owen y Annie y no pretende resolver la soledad a través de una falsa esperanza del amor salvador o superar una tragedia a través de una terapia para nada convencional. Al contrario, el experimento fracasa y tanto Owen como Annie solo aprenden a convivir con sus emociones y a menguar la soledad por medio de la amistad.  



Se puede sentir "Maniac" como una producción de Wes Anderson gracias a su atmosfera melancólica, especialmente, las escenas en el laboratorio en donde también prima una honda retro y otra parte se siente como “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos” de Michel Gondry, por los viajes en los cerebros laberinto de dos personas y también se siente a “The Discovery “ de Charlie McDowell ya que se trata de una idea genial pero que a veces se queda en la nebulosa.   Pero lo que sí queda claro es que "Maniac" se siente así se disfrute o no.

jueves, 18 de octubre de 2018

#NewGirl: El fin de una era

La última temporada de “New Girl” fue un completo fanservice a manera de retribución a su público por su constante apoyo. Antes de que la serie terminara, “ScreenPrism” publicó un videoensayo titulado “New Girl: Farewell to the adorkable era” (Adiós a la era adorkable –una combinación de adorable e incómodo-) donde explicaban que esta comedia logró capturar la vida de un grupo de treintañeros en la época post recesión de Estados Unidos después de la crisis del 2008. 



La mayoría de series reflejan los tiempos en los que viven se valen de las referencias a la cultura pop, del mundo del entretenimiento y de la moda del momento. Por lo general, las comedias tratan de alejarse de lo político o por lo menos no lo tocan de una manera directa. En “Friends”, que se desarrolló en los 90’s, vemos una estabilidad económica que hizo que cada uno de los personajes alcanzaran un buen lugar en el plano laboral, y por su parte, “How I met your mother” encapsuló la nostalgia de un país estabilizado años después de los ataques del 11 de setiembre. A “New Girl” le tocó estar en un tiempo extraño porque además de la crisis, estuvo en medio de la transición del mundo televisivo al boom del streaming y también como “ScreenPrism” lo titula, se pasó de una era incómodamente adorable a un tiempo lleno de cambios políticos y sociales. En ese sentido, en su comedia, la serie insertó situaciones desagradables como el desempleo y la falta de preocupación por el futuro en sus historias de una manera orgánica resaltando algo positivo dentro de tanta incertidumbre y además para su última entrega, decidió saltarse toda la “era Trump”.



A algunas series les cuesta encontrar su tono en la primera temporada, “New Girl” sobrevivió lo suficiente para encontrar su tono ideal entre la tercera y la cuarta temporada, ¿y cómo lo hizo? Bueno, precisamente fue mediante la adaptación no solo a su época sino a sí mismo. En sus primeras temporadas, la serie trató de capitalizar el éxito del personaje de Zooey Deschanel en “500 days of summer” pero al darse cuenta que su propia protagonista, Jess Day, caía un poco pesada con cada nuevo episodio hicieron unos cuantos retoques y a través del humor caricaturizaron el cliché de la chica hispter perfecta. Asimismo, el concepto se fue alejando de “la chica nueva” y se fue concentrando más en el grupo. La serie tuvo problemas al escribir a Nick (Jake Johnson) y Jess cómo pareja y tras su rompimiento, “New Girl” se volvió a adaptar a su nueva realidad; la pareja principal de la serie no era Nick y Jess sino Schmidt (Max Greenfield) y Cece (Hannah Simone). Del mismo modo, recién con Coach (Damon Wayans, Jr) yendo y viniendo de la serie, Winston (Lamorne Morris) no sabía exactamente cuál iba a ser su rol hasta que los escritores finalmente descifraron que le quedaba a la perfección ser el amigo de gustos extraños.



La última temporada de “New Girl” podría haber sido un simple trámite, básicamente ya todos los arcos estaban resueltos; Cece y Schmidt tienen una hija, Winston también tenía un bebé en camino y Jess y Nick se reconciliaron, y sin embargo, los capítulos finales vuelven adaptarse no a la época, sino a lo que sus seguidores querían; una despedida apropiada. Después de haberme quejado y criticado a “New Girl”, lo mejor que pudo hacer Fox es dejar que se despidieran a su modo y en su tiempo. Como dice “ScreenPrims”, “New Girl” marca el fin de la era “adorkable”, tenía que terminar porque ya no había a dónde más ir, porque ahora la comedia es mucho más ácida y cruel y pero se va de una tan manera sencilla, simple y humilde que siempre recordaremos a la “Chica nueva” y a sus amigos.


El mejor episodio de la temporada es "Mario" donde Jess y Nick adoptan a un perro.


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martes, 9 de octubre de 2018

#TakeTwo: La heredera oficial de #Castle

De los mismos creadores de “Castle”, Andrew W. Marlowe y Terri Edda Miller, llega “Take Two” que es la serie perfecta para quien extraña a las aventuras de Rick Castle y Kate Beckett. ¿Qué más se puede decir?



En lugar de estar protagonizado por Nathan Fillion y Stana Katic, ahora son Rachel Bilson y Eddie Cibrian las estrellas del show y en lugar de un escritor y una detective, ahora tenemos una actriz y un detective privado. O sea, básicamente, todo lo clásico de un procedimental con dos protagonistas totalmente diferentes está de vuelta. Los casos semanales a resolver, la tensión sexual, la química exorbitante, los personajes secundarios que no se roban el show… Por supuesto, Eddie Cibrian es más sexy que Nathan Fillion y está en mejor forma por lo que la serie se esfuerza en ponerlo en situaciones sugerentes donde está sin polo o tiene que desnudarse (lo que siempre se aprecia).



 La serie se deja disfrutar sin llegar a la ansiedad por el estatus amoroso de sus protagonistas y también llega a sorprender. El giro al final de la temporada no es que Eddie y Sam se hayan acostado sino que Eddie va ir a la cárcel acusado de homicidio.


 “Take Two” no innova el género, solo lo revitaliza. Se trata de actualizar clásico procedimental sin alejarse demasiado del género. Desmitifica la dependencia a la tecnología para resolver todo y obvio, hay bastante tensión sexual. Si antes los fans esperamos años (literalmente fueron 6 temporadas) para que Castle y Beckett declaran su amor, ahora solo tenemos que esperar al final de temporada o sea 13 episodios. “Take Two” no es la nueva “Castle”, es la heredera oficial de “Castle”.

#Reverie: La antítesis de #BlackMirror

Varios episodios de “Person of Interest” confirmaron que Sarah Shahi merece una serie propia y “Reverie” representaba esa oportunidad. Si bien la actriz prueba, nuevamente, que es capaz de cargar una producción sola y el show de NBC plantea ideas interesantes, carece de la chispa mágica necesaria para impresionar, encantar y enganchar. 



 La serie obtiene su nombre del programa de realidad virtual avanzado, “Reverie”, que permite a las personas experimentar todo tipo de emociones gracias a una simulación. Algunos de los clientes de la compañía Onira Tech, que ha desarrollado el programa, se quedan atrapados en la simulación y allí es donde entra Mara Kint (Sarah Shahi), una experta en comportamiento humano que solía trabajar como negociadora en crisis de secuestros hasta que sufrió de una tragedia personal, puesto, que es ella la encargada de rescatar y devolver a estos clientes a la realidad real. Los primeros episodios apuntan a ser una serie más sentimental que procedimental a pesar de tener el formato de un caso semanal. En ese sentido, el problema principal de “Reverie” es que es bastante plana y pretende ser una serie “feel good”. El tono tal vez sea consecuencia del éxito de “This is us”, cuyo sentimentalismo familiar ha convertido a la serie de NBC en una de las más vistas en los últimos tiempos y ahora todas las producciones siguientes le apelan a lo mismo. Pero este es un enfoque diferente que  funciona a medias en “Reverie” y es que el espectador no se compromete con los personajes efímeros pero sí con los principales, o por lo menos, con Mara. Entonces, es bastante claro que cada vez que Mara salva a alguien también va sanando su propio dolor y de ese modo, nosotros también lo sentimos. 



Pese a tener una premisa que prácticamente le da carta abierta a los guionistas de hacer lo que quieran, básicamente la serie pudo ser el “Inception” de la NBC, se demora 7 episodios en llegar a un punto interesante, pero jamás profundiza en ninguna de las diatribas tecnológicas que desarrolla. Hasta el capítulo 5, el programa es utilizado para el entretenimiento/sanación de la mente de las personas y la serie se más enfoca en el lado positivo de una tecnología que ayuda a reconectar a las personas con otros o con ellos mismos, no obstante, a partir del quinto episodio “Altum Somnum” ya vemos cierta malicia, clásica de la naturaleza humana, y el programa también puede ser utilizado como un herramienta de recojo de información. Pero, de nuevo, como el grupo está conformada por personas buenas, todo se soluciona para el final del episodio, simplemente terminando el contrato con el grupo que estaba mal utilizando el programa. Una solución irreal en una serie donde lo irreal debería ser exactamente el gancho. 


 “The Black Mandala”, “The Key” y “Point of Origin” son los mejores episodios de la temporada. Hay un balance perfecto entre la malicia y la humanidad. 

 Conociendo a NBC es probable que “Reverie” no logre una segunda temporada, sin embargo, en el caso milagroso que lo haga, el problema no es el elenco, es la historia que paradójicamente excede de sentimentalismo pero no produce emoción. Los dos últimos episodios, “The Key” y “Point of Origin”, son los de mejor nivel de la temporada porque se comienza a enloquecer a su protagonista, lamentablemente, eso también se resuelve con una confrontación en una simulación, como si fuera tan fácil liberarse de un trauma. 



 En muchas formas “Reverie” es la antítesis de “Black Mirror”, mientras “Black Mirror” tiene como centro la deshumanización acelerada por la tecnología, “Reverie” humaniza a la persona a través de la tecnología. Son dos caras de una misma moneda, uno ve el lado oscuro de la tecnología y el otro, el lado bueno. Si vemos “Black Mirror” para ver lo peor de la humanidad, deberíamos ver “Reverie” para ver la mejor versión de las personas y sin embargo, "Reverie" hasta el quinto episodio de los 10 que tiene en su primera temporada es bastante aburrida, el ritmo es lento y casi no hay emoción. De hecho, la única razón para ver la serie son los actores y quizás el potencial escondido que muestra en algunos episodios. 

viernes, 5 de octubre de 2018

#KillingEve: La asesina encantadora

 El primer párrafo del artículo “Killing Eve y sus hipóticas melodías (asesinas)” del diario “El País” es la descripción más exacta y precisa que he visto de la serie de la BBC:

 “Killing Eve es una serie de espías y asesinas elegantes que juegan al ratón y al gato que engancha desde el primer momento. Tiene un guion escrito a la perfección, medido, y con personajes bien construidos”. 



 Por supuesto, la nota se enfoca más en el espectacular soundtrack que acompaña las aventuras de Eve y Villanelle. Dado que ese básicamente es el resumen que iba hacer a modo de comentario de la serie, me gustaría añadir un par de cosas que creo que hacen que la serie resulte tan perversamente fascinante. En las series de este tipo, de persecución del gato y el ratón, donde agentes especiales, policías, detectives o especialistas tienen que cazar a su “presa” no sin antes analizarlas, estudiarlas, conocerlas, hasta el punto de impregnarse de esa naturaleza asesina, hay un elemento que los termina por vincular con su contraparte, una relación simbiótica que hace el juego del “atrápame si puedes” más intenso. 



 Tanto en “Manhunter: Unabomber” y en “Mindhunter”, el personaje de Holden Ford está maravillado con las confesiones de los asesinos en series que entrevista y James "Fitz" Fitzgerald termina alejándose de la humanidad porque terminó consumido por su obsesión con el “Unabomber”. En el caso de Eve, personaje interpretado por una magistral Sandra Oh, se admite que hay una cuota de curiosidad mórbida por Villanelle. ¿Cómo no encontrar intrigante algo o alguien que es tan atípico como una asesina en serie, no? Eso es exactamente lo que hace “Killing Eve” una propuesta hipnótica. Después de mucho tiempo tenemos como antagonista a una mujer asesina en serie y creo es la primera vez que tenemos a una villana que se divierte como una niña con sus víctimas y con sus tretas. Quizás sea porque no estamos acostumbrados a ese tipo de caracteres (asesinas mujeres) en pantalla o quizás sea por la forma en la que Jodie Comer le da vida a Villanelle, un enigma complejo con capas y capas que Eve va descubriendo tan cautivada como aterrada, es que “Killing Eve” es una de las mejores producciones del año. 



 El segundo punto a destacar es que el elemento infantil del juego macabro de Villanelle se deja de lado cuando comienza a desarrollarse el vínculo entre Villanelle y Eve. Hay una suerte de seducción y no una seducción a modo de subtexto que los espectadores pueden percibir, no, es una seducción explícita, pero no con una intención romántica, sino como un juego de muestra de poder. Villanelle no quiere que Eve deje de perseguirla, quiere que lo haga y de esa manera, la seduce, coquetea con ella, le manda regalos y perfumes… en otras palabras, la provoca. La atracción, es la palabra más cercana para describir la relación de Villanelle y Eve, es mutua. Parte del trabajo de Eve, no solo es atrapar a Villanelle sino también comprenderla, porque comprenderla es la clave para atraparla, lo hemos visto en otras series, pero aquí la dinámica adquiere un tono repulsivamente elegante, como si eso fuera posible, básicamente estamos presenciando una seducción fatal entre Villanelle y Eve al mismo estilo “La guerra de los Rose”. 



Finalmente, “Killing Eve” también es una comedia de thriller de espías, pero no una comedia impuesta que le quita naturalidad y alivia tensión en los momentos más serios. Se trata de una comedia que nace de comentarios triviales o extrañas, pero sobre todo se sienten como las conversaciones que Meredith y Cristina solían tener en “Grey’s Anatomy” solo que ahora las tiene Eve con diferentes personas sobre temas tan raros como una Coca-Cola o cómo matarías a tu esposo, cosas así. Bueno, ya lo decía “El País”; “tiene un guion escrito a la perfección”.