miércoles, 28 de noviembre de 2018

#HouseofCards: Claire vs. El mundo

Si bien la última temporada de “House of Cards” estuvo marcada por la ausencia de Frank Underwood, como consecuencia del despido de Kevin Spacey, hay que recordar los problemas en la serie en el plano narrativo comenzaron mucho antes de perder a una de sus figuras principales. Más o menos alrededor de la cuarta temporada, “House of Cards” comenzó a irse por el rumbo melodramático de “Scandal” y este camino fue apretando el acelerador en su tramo final. 



 La serie siempre supo que se tenía que despedir presentando un épico Underwood vs. Underwood. Ya habíamos tenido un preview de la bronca de Claire y Frank antes de las elecciones generales, después se aliaron de nuevo para postular juntos en la formula Underwood-Underwood y para el final de la quinta temporada, Tom Hammerschmidt (Boris McGiver) expuso todas las cosas que Frank había hecho con lo que Claire pasó de ser la vicepresidenta a la primera mujer al mando del país más poderoso del mundo. Si embargo, una vez que Claire rompió la cuarta pared con ese “mi turno” se independizó por completo de Frank. Claire jamás iba a ser esa marioneta que bailaba al son de Frank, que esperaba convertirse en una suerte de mandatario en la sombra, esto los iba a colocar de nuevo en dos extremos y otra vez tendríamos una pulla por el poder. Mi teoría, y creo que no se aleja mucho de la verdad, es que la batalla final iba a involucrar la transformación de Claire en Frank y la decadencia de Frank con un legado manchado.

El legado de Frank fue parte central de la sexta temporada aun aunque no estaba presente. 

 Tras la salida abrupta de Spacey, la producción necesitaba un nuevo antagonista y en lugar de Frank, tuvimos a los Sheperd. Lamentablemente, ni los Sheperd, que representaban a los magnates que controlan el país tras bambalinas, ni Doug (Michael Kelly), que buscaba proteger el legado de Frank, y ni si quiera los medios se sintieron remotamente amenazantes como en su oportunidad lo fue Raymon Tusk (Gerald McRaney) con Underwood o el propio Viktor (Lars Mikkelsen) con Frank. Sin un enemigo de peso, Claire tuvo que ser la protagonista y la antagonista al mismo tiempo. En teoría, esta idea es una de las más coherente; Claire terminó siendo peor que el propio Frank, más desalmada, más manipuladora y más hambrienta por el poder, pero en la práctica a la serie le perjudicó no tener alguien de calibre que desafiara a Claire en todos los sentidos posibles. Sin embargo, al igual que las series de héroes, “House of Cards” necesita tener ese villano astuto que ponga en jaque al protagonista y al no tenerlo, pues, todo era demasiado sencillo para Claire. De tal modo que todos los planes le salían a la perfección incluso cuando aparentemente todo el panorama estaba en contra con medios cuestionando su estado mental, políticos y empresarios conspirando para sacarla del poder y sin tener ni un solo aliado. En varios capítulos se remarcaba que tan malo como podía ser Frank, Claire era mucho más peligrosa y eso se termina confirmando con cada nuevo episodio.  


Durante toda la serie, Frank necesitó a Doug y a Claire, pero resulta que Claire no necesitaba a nadie y siempre tuvo la habilidad de estar dos pasos adelantes que la mayoría. 


Pese a que la última temporada pecó de absurdidades y estuvo al mismo nivel que “Scandal” en varias historias exageradas como el embarazo de Claire, una mujer de más de 50 años, los asesinatos por doquier de enemigos públicos de Claire - ¿en serio a nadie le parece sospechoso que todos los enemigos políticos de Claire se mueren en extrañas circunstancias?-, hasta la escena final donde Claire mata a Doug, lo cierto es que Robin Wright no solo se adueñó del show sino que lo cargó con defectos y todo. Así que gracias a ella es gratificante ver la serie y en especial, la última temporada, donde ha sido un placer ver a Claire navegar en lo que parece ser su habitad natural y también ha sido satisfactorio verla “ganar” diferentes partidas. 


 Uno de los mejores momentos de la temporada es ella presentando su gabinete conformado por puras de mujeres.

 Otro punto en común no solo con “Scandal”, porque también lo vimos en “Homeland”, es el trato que sufren las mujeres cuando llegan a la presidencia solo por el hecho de ser mujeres, pero la diferencia es que Claire supo maniobrar ese prejuicio a su favor y aunque eso es fenomenal en la pantalla, no se siente muy realista que digamos. Asimismo, la temporada trató de incluir el polémico robo de datos y la manipulación de masas por medio de una aplicación creada por Duncan Shepherd, una suerte de Mark Zuckerberg, pero no tuvo tiempo para una resolución.

No sé de quién fue la idea de darle el rol de malo al carismático Greg Kinnear, pero no funcionó. 

 El título de la serie, “Casa de cartas”, es mencionado en el último capítulo cuando Bill Sheperd (Greg Kinnear) está mirando la pintura de Jean-Baptiste-Siméon Chardin después de ver otras obras de arte y dice que “(todas ellas) tienen una cosa que tienen en común, (…) están esperando que las cartas se caigan”. Esta reflexión, una metáfora y un resumen sobre la fragilidad del poder que se puede desmoronar con un pequeño error. Ese bien pudo ser una mejor conclusión que la que vimos con Claire asesinando a Doug en el medio del despacho de la Casa Blanca. El final actual me deja la sensación de que pudo haber sido mejor no solo porque deja varias tramas sin respuestas, sino porque la serie lo merecía luego de una temporada tan irregular. 



 Pensamiento final: 
 Hay una gran cita de Joanne Clancy que se aplica a la perfección a Claire Hale: “Sé ese tipo de mujer que, cuando tus pies toquen el suelo cada mañana, el diablo dice" ¡Oh, no! Se ha despertado’".

También puedes leer:
#HouseofCards T5: Bienvenido a la muerte de la era de la razón
-#HouseofCards (T4): Animales políticos con aires de Scandal 
-#HouseofCards y #OITNB: Pensamientos al paso sobre la T3

domingo, 18 de noviembre de 2018

#GreatNews: La sucesora humorística e involuntaria de #TheNewsroom

“Great News” gira alrededor del ambiente laboral de un equipo de producción que se ve alterada cuando la madre de una de las productoras menores comienza a trabajar como asistenta. La colisión entre la vieja generación y la nueva generación representada primero en Carol (Andre Martin), la mamá de Kate (Briga Heelan), y el resto del equipo de trabajo y segundo en el veterano conductor Chuck Pierce (John Michael Higgins) y su compañera en la conducción, Portia (Nicole Richie), es de donde proviene el 50% de la comedia y el otro 50% nace de la locura actual en donde las noticias se han trivializado por completo y los medios trabajan alrededor del rating poniendo a un lado el periodismo “serio”. En ese sentido, se trata de un humor veloz que apela a la absurda realidad que vivimos. 




 Particularmente, siento que “Great News” es la sucesora espiritual de “The Newsroom”, pero a diferencia de “The Newsroom” que estaba más centrada en aleccionar sobre el periodismo, “Great News” logra ser didáctico sin cansar con sus dilemas éticos o idealistas del periodismo. Mientras en “The Newsroom”, Mac (Emily Mortimer) tuvo que rebootar todo el noticiero para que se pueda cumplir con sus propios estándares de lo que el periodismo debe ser, “Great News” se acomoda a las reglas actuales presentando noticias superficiales y de vez en cuando sacando primicias y denuncias. “Great News” incluso reconoce que nadie toma en serio el noticiero que hacen, a veces ni si quiera ellos mismos, y sin embargo, el equipo cuando quiere logra investigar y emitir al aire historias que afectan a la producción y al propio canal al que pertenecen solo porque es lo correcto.


 En este panel, el perro es más coherente 

El fenómeno del “Fake News” y de las redes sociales también son tratados en “Great News”. Un error de Carol hace que Chuck anuncie que China lanzó un misil y luego de dar esta noticia al aire, Greg comenta que ahora son “fake news”. No se trata de un “fake news” deliberado, es más bien un error involuntario pero clásico en los medios que no chequean o confirman bien sus datos antes de difundir una información. En la última temporada de “The Newsroom”, el canal es comprado por un magnate que quiere cambiar el formato del noticiero priorizando las preferencias en las redes sociales esperando que el resultado sea mejores números en el rating, y esto es retratado como el comienzo de la decadencia del periodismo. De una manera no tan dramática, en “Great News” también vemos esta problemática y el resultado es claro; bajo ninguna circunstancia las redes sociales deberían dictarle la pauta al periodismo. Las bromas que generalmente dan risa porque nacen de la maximización y exageración de cierta situación, en “Great News” son un fiel reflejo de la realidad. Uno de los mejores gag de la serie es que en el final de la segunda temporada, el equipo destapa un gran escándalo que comienza a rebotar en todos los medios excepto en Fox News que sigue obsesionado con Hillary Clinton.



  “Great News” es mucho más emocional de lo que “The Newsroom” se animó a ser, pese a sus romances inoportunos, y todo gracias a Carol y Kate. La relación madre e hija trabajando juntos no solo sirve para la comedia sino que también para reducir la brecha generacional. La presencia de Carol cambia al equipo periodístico porque aunque no tenga experiencia profesional se compensa con su experiencia maternal. Y es a través de ella que el show se vuelve más dulce e ingenioso en un mundo despierto, cínico y menos personal. 



Tina Fey es la productora de “Great News” y además aparece en varios episodios de la segunda temporada. Parece que Tina Fey tiene una obsesión con Aaron Sorkin porque otra de sus creaciones, “30 Rock”, bien podría considerarse como una parodia exitosa del desaparecido “Studio 60 on the Sunset Strip” y si uno ve “Great News” es como presenciar al heredero no oficial de “The Newsroom”. Lamentablemente, y típico de la NBC, “Great News” fue cancelada en su segunda temporada, pero al igual que “The Newsroom”, esta serie quedará en la historia como una de las series más subestimadas sobre periodismo.


miércoles, 14 de noviembre de 2018

#BohemianRhapsody de Schrödinger: Es buena y mala a la vez

Existen películas que son tan malas que son buenas, pero ¿es posible que una película sea mala y buena a la vez? En esa nebulosa se encuentra “Bohemian Rhapsody”, dirigida en partes por Bryan Singer, hasta que abandonó el proyecto, y después por Dexter Fletcher pero no le dan el crédito suficiente porque asumió la dirección las últimas semanas del rodaje luego que el estudio despidiera a Singer. Hay más drama tras bastidores que en la misma película, pero de todas formas… cualquier cinta que tenga el permiso de utilizar canciones de Queen siempre saldrá beneficiado porque la música es espectacular y se presta para diversas secuencias memorables. No por nada, la composición de Freddie Mercury, “Bohemian Rhapsody” es una de las canciones más utilizadas en la historia del cine.



 “Bohemian Rhapsody” es una especie de biopic que bien pudo producir Lifetime porque toca de manera muy superficial la mística que rodeaba a Freddie Mercury. Lo que se sabe del drama detrás de cámara es que la banda Queen tuvo demasiada influencia en la película, así estuvieron en contra del casting de Sacha Baron Cohen como Mercury y bajo la excusa de no faltarle el respeto al legado de Mercury no se entra en lo controversial, se “altera” varios eventos para favorecer la narrativa y si bien a Freddie Mercury lo tocan con guantes de seda, el resto de la banda también se retrata a si misma de una manera muy puritana pese a ser una banda de rock. Si uno conoce más o menos la historia de Queen se puede dar cuenta que mucho de lo que se ve en la pantalla no es históricamente correcto ni se siente exactamente realista. Por ejemplo, hay una escena donde la banda acusa a Freddie Mercury de romper Queen para grabar su disco en solitario cuando dos de ellos ya había sacado sus discos en solitarios sin romper la banda. Y antes de la secuencia final que muestra la presentación de Queen en el Live Aid, Freddie le dice a la banda que sufre Sida cuando en la vida real recién dos años después de este concierto, el cantante se enteraría de su enfermedad. Estos cambios tienen que ver con alimentar la narrativa y hacerla más atractiva en el plano emocional para que la secuencia del “Live aid” cobre una mayor relevancia y te toque el corazón porque es de conocimiento global que Mercury muere de Sida y el “Live Aid” es considerado como uno de los conciertos que marcaron la historia del rock. 


 Una búsqueda rápida en Youtube o en Google revelaría en exceso los “errores” en la película 

 La actuación de Rami Malek merece una mención aparte y honorable. Como un dato curioso; el actor se puso una prótesis dental y diferentes pelucas, pero la producción no tocó sus ojos. Malek tiene unos hermosos ojos azules mientras que los ojos de Mercury eran marrones y en la cinta, no usa lentes de contacto para cambiar el color de sus ojos. No creo que se trate de un “error” sino una decisión deliberada teniendo en cuenta que uno de los signos característicos de la interpretación de Malek es la expresividad en sus ojos como lo hemos visto en “Mr. Robot”. Por eso, el Mercury de Malek resalta más en los momentos más íntimos, en las escenas que comparte con el amor de su vida, Mary (Lucy Boynton), y en las escenas donde se concentra en la genialidad de Mercury como compositor. 

Lo único que se le podría criticar a Malek es su tamaño... pero realmente no es su culpa.

Particularmente me encantaron las secuencias enfocadas el génesis de las canciones más icónicas de Queen, porque, pese a que se peca de sobreexposición, la edición estuvo en su punto; la gente conoce el producto final, pero escuchar parte por parte de forma intercalada el cómo se grabó el “Galileo” y los coros de “Bohemian Rhapsody” -que, comentario aparte, es un proceso fascinante en la vida real- o cómo nació el “We Will rock you” a partir de aplausos y zapateos con la intención de involucrar al público es emocionante. 


 No creo que ninguna película pudiera hacerle justicia a Freddie Mercury porque se trata de uno de los artistas más excéntricos del mundo y de un rol representativo de la comunidad LGTB que trasciende en el tiempo. Y todos esos aspectos ni si quiera capturan la genialidad detrás del artista ni tampoco nos da una vista a su complejidad como ser humano ni a su sensibilidad especial ni a su personalidad introvertida en lo personal y estrafalaria en el escenario. ¡Por eso, quizás “Bohemian Rhapsody” funciona ya que prefiere ser una celebración de la música de Queen antes que un “E! True Hollywood Story de Mercury”! Y seamos sinceros, cualquier excusa es buena para escuchar a Queen aunque se trate de una película buena y mala a la vez.

viernes, 9 de noviembre de 2018

#TheAffair: Cuarteto interrumpido

Durante sus primeras tres temporadas hemos visto a los protagonistas, Noah (Dominic West), Alison (Ruth Wilson), Helen (Maura Tierney) y Cole (Joshua Jackson), tomar terribles decisiones y cometer errores imperdonables, sin embargo, la cuarta entrega parece iniciar una suerte de maduración y redención. 



 Ya sabemos que el sello principal de la serie es el juego de las diferentes perspectivas. De ese modo, podemos ver el modo en el que los eventos se desarrollando desde el punto de vista de cada una de las figuras principales, y aunque esto pareciera una forma de justificación a sus acciones, no los exime de ningún tipo de responsabilidad. Después de todo, “The Affair” es una de las series más realistas al mostrar la naturaleza humana; no todos hacemos los correctos, pecamos de egoísmo y priorizamos nuestros deseos antes que la propia lógica y el criterio. Por eso, ver “The Affair” es más o menos estar preparado para lo peor y esperar lo peor… Pero en su cuarta temporada, la crisis de la mitad de edad de Noah, el trauma de luto de Alison, el resentimiento de Cole y la ira de Helen bajaron sus niveles para que la madurez haga su aparición estelar por primera vez en mucho, pero mucho tiempo. 


El mejor episodio de la temporada es un empate entre el periplo de Noah y Cole, el viaje de Cole, el viaje espiritual de Helen y la despedida de Alison.

 Así como la inspiración llega en el momento menos esperados, cada uno de los protagonistas tuvieron una suerte de “llamada de atención” en forma de epifanías y diálogos entre dúos aparentemente discordantes. Por ejemplo, cualquiera pensaría que Helen jamás dejaría de odiar a Alison por romper su primer matrimonio, pero en el momento correcto, Helen, que desde la perspectiva de Alison es una mujer centrada, le aconsejó que no deje que los demás ni ella misma la definan como la víctima. Un tip que Alison seguiría al pie de la letra hasta el final de su vida. 

“You’ve been telling yourself the same story for a long time.  You know, that bad things always happen to you, and bad things always will? What if you changed the narrative, so you weren’t always the victim?” If you don’t like the way men are treating you, change the story. Play a different character.”

Por su lado, la amante del papá de Cole lo hizo darse cuenta que tomar correcta de quedarse con su esposa, a pesar de estar enamorado de otra mujer, lo iba a llevar por un camino de resentimiento que lo carcomería por dentro hasta llevarlo a la muerte. Mientras que Helen, quien ya parecía haber encontrado cierto equilibrio, se topa con un nuevo obstáculo; el cáncer de Vic (Omar Metwally) y su terquedad para no tratarse. En el caso de Noah, él ya tuvo un arco completo de redención en la tercera temporada y continuó con ese camino ayudando a un joven estudiante.  



La muerte de Alison a manos de Ben (Ramon Rodriguez) es la parte más controversial de la temporada tanto en el plano ficticio como fuera de él. En lo que se refiere a la serie, el hecho que Alison sea asesinada está acorde con el tono fatalista y pesimista de la serie, sin embargo, porque todos en “The Affair” han tenido una especie de segunda oportunidad, y hasta han logrado ser felices, el final de Alison se siente un robo ya ni quiera tenemos justicia y le priva ese final feliz que tanto ella y Cole merecen.  Sobre todo porque Cole estaba en camino de confesarse su amor y permitirse el chance de ser feliz que el resentimiento se lo impedía, pero en vez de eso, Cole se ha quedado con la espina que Alison fue asesinada aunque los demás crean que se suicidó. 

Por supuesto, la muerte de Alison afecta a todos, en especial, a Cole.


Al igual que el arco de Noah en la temporada tres comenzó el camino de su redención, toda la cuarta temporada giro en gran parte alrededor de Alison y su despedida, esto le dio a la serie un chance de hacer algo diferente. En el episodio final de Alison vemos dos perspectivas; las dos de Alison, pero una de ellas es la realidad de lo que pasó la noche que murió y el otro, la versión romantizada. Después de tres temporadas odiando las decisiones tomadas por Noah, Helen, Cole y Alison, la cuarta podría haber servido como un final incluso con el giro agridulce de la muerte de Alison. Y es que Noah, Helen, Alison y Cole son como las patas de una mesa, si sacas uno, la mesa está coja, pero como se trata de una serie la columna vertebral son las historias que involucran al cuarteto principal,  y en ese sentido, aun sin una pata, la historia puede continuar y puede mutar como lo hizo esta entrega en donde  decidió desviarse del espiral del egoísmo para afrontar con madurez los problemas que se les colocaban a sus protagonistas y si bien no todos obtienen lo que quieren, obtienen lo que necesitan. 


“I have been in pain my entire life. And maybe that’s what makes people think that I’m weak. And maybe that makes people treat me like some sort of receptacle for all their grief and rage and disappointment, but I am f—king sick of it. I just want to live a different life. I want to live a different story. I’m still young. I can be someone who can be happy"

 Fuera del lado ficticio, Ruth Wilson ha revelado que ella misma pidió dejar la serie. La actriz dejó a entrever que no podía explicar la razón de su salida, sin embargo, en declaraciones previas denunció una brecha salarial entre ella y su coprotagonista Dominic West. Toda esta situación recién se dio a conocer luego que la serie fuera renovada para una quinta y última temporada. Ahora, a la salida de Ruth Wilson también que sumarle que Joshua Jackson y Catalina Sandino (Luisa) quienes solo aparecerán en un episodio para cerrar sus historias. Centrar toda una temporada en Helen y Noah es más o menos como abusar de los "Why, Helen, Why" o de los "WTF, Noah". Demasiado masoquista para mi gusto. Mientras escribía esta crítica, TvLine informó que Anna Paquin (True Blood) interpretará a Joani, la hija de Cole y Alison, en busca de la verdad de lo que le pasó a su mamá y eso me entusiasma porque “The Affair” es de esas serie que se centran en lo roto de sus personajes y obviamente, la muerte de Alison marcará la vida de Joani tanto como la muerte de Gabriel marcó la de Alison. 


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domingo, 4 de noviembre de 2018

#AmericanVandal: Haciendo el periodismo cool otra vez

Realmente es una pena que Netflix haya cancelado “American Vandal” tras dos temporadas porque no solo se trata de una serie original en modo “falso documental”, sino que a su vez, a través de dos casos de bromas estudiantiles, se plasma un reflejo en escala chica de la injustica en el gran sistema judicial de Estados Unidos. 



La primera temporada, que estuvo centrada en la investigación de “quién dibujó los penes”, un acto vandálico atribuido a Dylan Maxwell (Jimmy Tatro), cuya reputación como el payaso de la clase lo convierte en el sospecho principal. Nadie cree en la palabra de Dylan, excepto Peter Maldonado (Tyler Alvarez) quien realiza una investigación a fondo en donde revela los prejuicios de las autoridades de la escuela que hicieron que no se busque a otro responsable. Una vez que Maldonado y compañía limpian el nombre de Dylan Maxwell, y aunque no lo pueden afirmar con certeza queda claro quién fue la mente brillante tras esta broma de mal gusto, Dylan comete otro acto de vandalismo. El final deja una nueva pregunta al aire no sobre quién lo hizo, sino sobre el por qué. 



¿Por qué Maxwell desperdició su nueva oportunidad después de todo lo que vivió?

 En la segunda temporada, la producción (Peter y Sam) se trasladó a una escuela privada y católica para resolver un nuevo caso “El criminal de las heces”. Al igual como sucedió con Maxwell, todo apuntaba a que Kevin McClain (Travis Tope) era el culpable debido a calzaba con el perfil de ser un resentido social y prácticamente confesó el ser el autor intelectual ante las autoridades. Sin embargo, a diferencia del caso de “quién dibujó los penes”, en la investigación el caso se complica y se revelan verdades que abordan temas más contemporáneos como los problemas de los adolescentes en la era de las redes sociales. 



“American Vandal” se estrenó justo después de “Making a Murderer”, un documental que exploraba el caso de Steven Avery, un hombre que pasó en prisión 18 años por una agresión sexual que no cometió, pero que al salir libre fue detenido por un asesinato. Los paralelos entre “American Vandal” y “Making a Murderer” son más que evidentes; el modo en que la “justicia” juzgó a Avery y Maxwell sin siquiera escuchar su versión y la forma en la que se logra una confesión forzada de Kevin tras un largo interrogamiento del mismo modo en el que se presionó para que el sobrino de Avery lo incriminara vuelven ratifican la idea de que el sistema se acomoda a intereses personales dejando de lado cualquier ápice de justicia verdadera. Otro aspecto en el cual ambas series se enfocan es la sociedad. Si un grupo ya te ha definido, ¿qué haces? Al final de la primera temporada, Dylan tenía el camino libre para ser alguien nuevo y decidió echarlo todo por la borda para seguir esa dirección sin retorno que todos creían que ya seguirían. Asimismo, la razón detrás de la venganza del “criminal de las heces” nuevamente se refiere a una sociedad que separa a las personas en grupos (el popular, el perdedor, el raro) y sus “cómplices” también son víctimas de los estándares ya que ninguno se siente cómodo en el rol que les ha asignado en la superficialidad de la secundaria. 



 Lo más destacable de toda la serie es la seriedad con la que Peter y Sam (Griffin Gluck) se toman su trabajo de investigar casos que involucran dibujos de penes y cagadas. Esta época actual llena de redes sociales donde abundan las teorías de conspiraciones existen dos tipos con un nivel de profesionalismo envidiable que buscan ante todo la verdad sin importar los obstáculos a los que se tengan que enfrentar. Por supuesto, Peter y Sam desarrollan teorías también, pero saben que para avalar sus hipótesis necesitan pruebas. Se podría decir que “American Vandal” es como una versión de “Making a Murderer” para jóvenes. Se trata de una de esas producciones que valen el doble, no solamente porque son entretenidas sino porque encuentran un modo de hacer relativo, cercano y cool el periodismo de investigación y que al mismo tiempo revela problemas reales a través de la sátira.
 Así como un profesor utiliza memes para enseñar sobre la literatura y hacerla a su vez más próxima a los adolescentes, “American Vandal” se hace vale de los códigos juveniles a modo de sátira para evidenciar las fallas en un sistema que está roto.