miércoles, 15 de julio de 2020

#ElMinisteriodelTiempo T4: Un doble regalo y una puta mariposa

“El Ministerio del Tiempo” es la serie más ambiciosa y más importante que España haya ofrecido en los últimos tiempos. Con su tono didáctico, conciliador y crítico ha tenido un impacto que va más allá del simple entretenimiento, siendo su mayor mérito hacer cool la historia. La cuarta temporada de la serie llegó en un momento en el que el mundo se ve afectado por la pandemia. El creador de la serie, Javier Olivares, había dicho que esta temporada era un regalo a los fans y en un contexto de confinamiento y muertes; se ha sentido como un doble regalo porque se trata de una temporada que tardó en emitirse y que llegó en el momento preciso, justo cuando necesitamos algo nos saque del presente, nos enseñe el pasado y nos haga reflexionar sobre el futuro. 


Un doble regalo

La cuarta temporada ha sido hecha con el único objetivo de cerrar hilos dejando abierta, como siempre, la posibilidad de un retorno. De ese modo, se dio el ansiado y extraño regreso de Julián (Rodolfo Sancho), quien se supone que murió en la tercera temporada, también se concretó en la relación de Lola Mendieta (Macarena García) y Pacino (Hugo Silva), Amelia Folch (Aura Garrido) hizo un breve cameo y Alonso de Entrerríos (Nacho Fresneda) lidió con el estrés de ser padre a la par que trabaja viajando por el tiempo. Asimismo, Salvador Martí (Jaime Blach), Irene Larra (Cayetena Guillén Cuervo) y Ernesto Jiménez (Juan Gea) vuelven a estar a la cabeza del Ministerio y también pudimos ver más excentricidades de Velázquéz (Julián Villagrán) y a Angustias (Francesca Piñón) reaccionando ante la locura de las misiones. Pensando en el futuro se adhirió a Carolina (Manuela Vellés) como una nueva integrante de la patrulla. 



Esta vez el enfoque estuvo nivelado entre el lado humano de los personajes de la serie y los personajes históricos que anteriormente parecían predominar el plot de los episodios. Una de las críticas que hice en la tercera temporada es que la serie estaba más interesada en el cameo de sus figuras históricas que en la propia evolución de sus propios personajes, pero uno no ve la serie para decir “hey, mira allí está X”, ese más bien es el plus. La cuarta temporada se encargo de que estos personajes históricos tengan su tiempo de brillar, pero también que los protagonistas se vean impactados a un nivel emocional por cada viaje en el tiempo. Los episodios “El laberinto del tiempo” y “El tiempo vuelta” son los mejores de la temporada exactamente porque, aunque es genial ver a la patrulla ayudar a Pedro Almodóvar de joven a producir su película “Laberinto de Pasiones”, es mucho más emocionante ver el reencuentro entre Pacino y uno de sus viejos amigos, del mismo modo, es alucinante ver a Albert Einstein, pero es mucho más reconfortante conocer la historia de amor de Salvador y su conexión con Emilio Herrera, inventor de la escafandra estrato náutica, porque explica el nivel de compromiso y cariño que le tiene Salvador al ministerio. 



Como siempre, la serie encuentra un modo de incluir alguna problemática social en los episodios, aunque no tenga tiempo de adentrarse en debates y posiciones. Por ejemplo, una de las exigencias de Alonso para volver al ministerio es la instalación de una cuna para los hijos de los agentes. La demanda de Alonso se siente como una broma porque Alonso es el prototipo de macho alfa, guerrero y patriota, pero no deja de ser un derecho laboral. La esposa de Alonso trabaja y él se ha quedado en casa cuidando a su bebé, tiene sentido que, si va a volver a laboral, su lugar de trabajo le tiene que ofrecer ese beneficio. Del mismo modo, en el episodio de Pedro Almodóvar, el amigo de Pacino muere de sida, pero no se hace mención que el amigo de Pacino tiene sida, pero vemos su espalda llena de manchas y su deterioro físico y sabemos que la canción que canta lo hace a modo de despedida. En ese mismo capítulo, se presenta a Carolina, quien ha escapado de su matrimonio porque era víctima de violencia doméstica.



Queda como una anécdota pintoresca que un diputado de Vox, Manuel Mariscal, “criticara” a la serie alegando que lo que se hace es “un revisionismo histórico según la agenda ideológica progre”, solo porque el último capítulo “Días del futuro pasado” presentó en el futuro una dictadura de derecha bajo la presidencia de Bertín Osborne. Obviamente, este diputado no vio el episodio porque de haberlo hecho se habría dado cuenta que el dictador no es Osborne, sino Juan Salcedo (Dani Pérez Prada). Además, la serie no está obligada a nada, no tiene por qué tomar una agenda sea cual sea y promoverla, lo único que hace es presentar historias y nosotros, los espectadores, interpretamos lo que vemos, una frase, una secuencia o un musical, es suficiente para que nos deje pensando.



 Una puta mariposa 

 Uno de los problemas más clásicos en las historias de viajes en el tiempo es la lógica o, mejor dicho, la falta de lógica. En ese sentido, cada producción de ciencia ficción que involucra los viajes en el tiempo adoptan sus propias reglas. En el caso del “El Ministerio del Tiempo”, la regla es simple: no puedes cambiar el pasado sin alterar el futuro. La mención constante de una puta mariposa hace referencia al efecto mariposa en su relación con la teoría del caos, la cual indica que una mínima alteración, como el alteo de una mariposa, puede ocasionar una catástrofe en otro lugar. “El simple aleteo de una mariposa, puede cambiar el mundo. Puta mariposa”, es una de las frases de Salvador. Por eso, rechaza cualquier pedido de los agentes para poder cambiar el pasado. Pacino, Alonso, Amelia, Lola e incluso Irene, pero sobre todo Julián, en algún momento, han querido cambiar la historia, pero “la historia es como es”, aseguraba Salvador. El Ministerio del Tiempo existe para cuidar la historia y que esta no sea alterada. Las pocas veces que se cambia el pasado, esperando un futuro mejor, aparece la puta mariposa y las cosas terminan mal para todos y no queda otra que volver al pasado y dejar que las cosas sucedan como ya estaban predeterminadas. Se supone que no se debe cambiar el pasado porque el pasado nos enseña y de los errores cometidos podemos sacar una lección. Pase lo que pase, no se puede cambiar el pasado. Y, sin embargo, la misma serie decidió olvidar su regla oro para cerrar la historia de Julián.



Particularmente, no he sido fan de Julián. Tampoco lo odiaba. Durante la primera temporada, nosotros los espectadores entrabamos al mundo del ministerio a través de Julián, nos divertíamos con sus referencias, lo acompañábamos en su desconcierto sobre viajes en el tiempo, cuestionábamos que teniendo el medio (las puertas) no se pueda cambiar el pasado y junto a él, como compañeros de carpetas, atendíamos las lecciones históricas de Amelia sobre el momento y la época que visitaban en las misiones. Pero, lamentablemente, toda la historia de Julián siempre giró alrededor de la pérdida de su esposa Maite en un accidente vehicular. La muerte de Maite era un hecho inalterable en el destino hasta el punto que el intento más avezado de Julián para salvarla terminaba con él siendo responsable del accidente. En primera instancia, Amelia, el interés amoroso de Julián, iba a ser la mujer que lo ayude a seguir adelante, pero a la serie nunca le interesó explorar ese vínculo emocional entre ambos personajes pese a la química que compartían los actores. Después de la primera temporada, Julián se ausentó por un par de episodios en la segunda temporada, luego murió en el primer episodio de la tercera temporada y en la cuarta hizo su retorno triunfal. 



El regreso de Julián, su breve amnesia y sus dudas sobre la funcionalidad del ministerio, le daba el chance a la serie de crear una nueva historia que le hiciera justicia a uno de los personajes más queridos y que a su vez sea la excusa perfecta para traer de vuelta a otro de los personajes favoritos: Amelia. Pero no. Amelia solo fue parte de un episodio donde ayuda a Julián a recuperar su memoria y aunque vemos dos besos imaginarios, la relación vuelve a quedarse en una buena idea que nunca se concretó y jamás se hará realidad. Para colmo, Julián vuelve a tener la misma historia que tuvo en la primera temporada con la diferencia que ahora sí puede salvar a Maite contradiciendo la regla del Ministerio del Tiempo y rompiendo la lógica que el mismo show había impuesto. El último episodio de la temporada, “Días del futuro pasado”, se pone demasiado oscuro, incluso para los estándares de “El Ministerio del Tiempo”, pues nos habla de un futuro donde el ministerio es utilizado con fines dictatoriales donde la nieta de Julián era la única esperanza. Esta nieta, por supuesto, no habría nacido si no fuera porque Julián salvó a Maite que en ese tiempo estaba embarazada, una información agregada para darle más justificación a las acciones de Julián. Para evitar que el ministerio caiga en manos equivocadas, el plan de Salvador es matar a Salcedo aun cuando es bebé porque sabe que eventualmente crecería y se convertiría en el responsable del acabose de España. Demasiado dark. El plan cambia, el bebé es puesto al cuidado de Carolina, Julián y Maite se quedan juntos, Salvador presenta su renuncia al ministerio, dejando su puesto a Ernesto, Alonso se va con su esposa a Suecia y Pacino se reencuentra con Lola en el futuro cuando los dos son viejos ya. 



Si bien es cierto “El Ministerio del Tiempo” ha roto su propia lógica en varias oportunidades, siempre reculaba porque entendía las consecuencias de la puta mariposa, pero también había momentos en donde prefería adelantarse a las consecuencias. Toda la existencia de una Lola joven que tiene una segunda oportunidad es el principal ejemplo de las excepciones de la regla de oro del ministerio, sobre todo, porque la nueva historia de una joven Lola uniéndose a la patrulla, pese a la paradoja, llevó a la serie de un territorio nuevo en donde se exploró su lealtad al grupo, su lucha para no terminar siendo la Lola que conocimos y se dio el chance de ahondar en su ideología pragmática además que se desarrolló un romance con el rebelde Pacino agregándole una cuota bastante emocional. Cuando Lola es secuestrada, Pacino se autoimpone la misión de salvarla. Entonces, cambia el pasado y cuando regresa al presente, este siempre está de mal en peor. No le queda otra que restaurar el pasado y dejar las cosas como están. Allí está el kit del asunto. Con Lola, se rompió la regla y se benefició el show con nuevas historias, pero con Julián, su vuelta tenía el potencial de irse por una nueva dirección, y sin embargo, le tocó el mismo arco narrativo que tuvo en la primera temporada y que no solo había sido cerrado, sino que ya estaba demasiado desgastado. A diferencia de Pacino, Julián se sale con la suya, la patrulla lo avala y el show lo celebra sobre todo si cree que este sí es su final definitivo. Se justifica que Julián cambie el pasado y no Pacino porque solo sí, porque Julián merecía su final feliz y porque Pacino también iba a tener un final feliz eventualmente, y porque la serie ha terminado en sus propios términos. Se ha cumplido con el objetivo de la temporada, se ha cerrado las historias y se ha dejado, por si acaso, la posibilidad de un futuro, un futuro que siempre puede cambiar si los productores lo quieren y si es que el canal lo renueva o  si alguna plataforma streaming los rescatan.


Siempre es un placer tremendo ver “El Ministerio del Tiempo”. La emisión de la cuarta temporada ha sido una de las pocas cosas positivas que ha traído el 2020. "El Ministerio del Tiempo" se trata de una de las pocas producciones en la actualidad que va a trascender en el tiempo porque es una carta de amor a la historia, una oda a la creatividad española y un regalo a la cultura en general envuelto en referencias y tendencias del cine y la televisión. Si esta es su última temporada, deja un legado impresionante,  y si no lo es, seguirá siendo una de las mejores muestras de lo que la ciencia ficción es capaz de ofrecer.

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-Balance de la tercera temporada de #ElMinisteriodelTiempo 

domingo, 12 de julio de 2020

#TheGoodFight: Algunos de los “easter eggs” que conectan la ficción con la realidad

“The Good Fight” es ficción, aunque a veces tenga más sentido y sea más coherente que la propia realidad. Al igual que otras producciones en la era Trump, “The Good Fight” se inspira en eventos reales al momento de armar sus historias, pero a diferencia de otras series en la era Trump, “The Good Fight” consolida su posición liberal y critica con crudeza la administración del actual preside de Estados Unidos. Pero no se trata solo de ser una producción anti-Trump, la serie se ha encargado de hacer eco de discusiones políticas y sociales a través de diversos casos legalmente complicados pero que en ficción resultan entretenidos. Aquí están algunos de los “easter eggs” de “The Good Fight” que conectan la ficción con la realidad. 



 "THE GANG DISCOVERS WHO KILLED JEFFREY EPSTEIN" – CASO EPSTEIN 

 El último episodio de la cuarta temporada giró alrededor de la investigación ficticia de la extraña muerte del pedófilo Jeffrey Epstein. Pero, ¿quién fue Jeffrey Epstein? Se trataba de un poderoso financiero que construyó una red de pedofilia. En el 2005, fue investigado por acosar a una menor de 14 años. En el 2008, el Estado de Florida lo condenó por solicitar prostitución y tentar a la prostitución a menores, sin embargo, no piso la cárcel, pues llegó a un acuerdo judicial. En el 2019, recién fue arrestado por tráfico de menores. Debido a su condición de mangante, Epstein se codeaba con las élites más poderosas del mundo. En las redes sociales circulan fotos de Epstein con figuras importantes como Donald Trump y Bill Clinton. En la ficción, en el capítulo "The Gang Discovers Who Killed Jeffrey Epstein" se da a entender que alguien lo mató. Una teoría no muy alocada si consideramos que Epstein fue encontrado muerto en su celda de máxima seguridad, pese a que se le había puesto bajo vigilancia extrema por si intentaba suicidarse. Las autoridades calificaron su muerte como “suicidio”, pero su familia asegura que podría haber sido asesinado. 



 "THE ONE WHERE KURT SAVES DIANE" - CENSURA EN CHINA 

 En el capítulo “The one where Kurt saves Diane”, el buffette Reddick, Boseman & Lockhart ha sido contratado para representar a la compañía tecnológica ChumHum que ha sido demandada por Felix Staples alegando censura por su posición conservadora. El abogado de Staples revela que ChumHum estaba probando un algoritmo de censura luego de llegar a un acuerdo con el gobierno chino para desarrollar un buscador que censurara los contenidos prohibidos en ese país. ¿Cuál es la conexión con la realidad? Pues, resulta que la compañía Chum Hum es el alterego ficticio de Google en la serie. En la vida real, Google estaba dispuesto a acatar la censura impuesta por el gobierno de China para poder retornar al mercado chino. Para esto, la gigante tecnológica creó el proyecto “Dragonfly”: un buscador diseñado para el país asiático que censura el contenido que requiere el gobierno comunista. “The Good Fight” incluso tenía una animación musical para poder explicar este complicado y espinoso tema, pero la CBS censuró la canción y lo único que pudimos ver fue un cartel que decía “CBS ha censurado este contenido”. Según explicó Michelle King: la animación iba a ser sobre las empresas de entretenimiento americanas autocensurándose para congraciarse con el mercado chino”.



 "THE ONE WHERE A NAZI GETS PUNCHED" - ESTA BIEN PEGARLE A UN NAZI 

 Richard Spencer, líder de los supremacistas blancos en Estados Unidos, fue golpeado en la cara cuando estaba dando una entrevista, lo que generó un intenso debate en las redes sociales sobre si es correcto o no golpear a alguien por su “posición política”. El mismo título del episodio, “The One Where a Nazi Gets Punched” (en el que el nazi es golpeado) adelanta la posición de la serie. En uno de los pocos momentos donde se rompe la cuarta pared, Jay DePersia (Nyambi Nyambi) hace un sentido monologo donde defiende el hecho de pegarle a un nazi e incluso critica al propio Richard Spencer y el espacio que le dan los medios para exponer sus “ideas” porque no se trata de una posición política válida, se trata de un discurso extremista que incita a la violencia. “Algunos discursos requieren una respuesta más visceral”, subrayó.



 “STOPPABLE: REQUIEM FOR AN AIRDATE” - EL EPISODIO DE DONALD TRUMP DE LAW & ORDER 

 El episodio “Stoppable: Requiem for airdate” en la primera temporada fue uno de los primeros en plasmar una noticia controversial como parte importante de su historia. En la vida real, “Law and Order: Special Victims Unit” grabó un episodio inspirado en Donald Trump en el cual un candidato presidencial (Gary Cole, el mismo actor que hace del esposo de Diane Lockhart) estaba siendo acusado de comportamiento sexual inapropiado, así como, en su momento, Trump fue acusado por múltiples mujeres de acoso y tocamientos indebidos. El episodio llamado “Unstoppable” debía salir al aire el 12 de octubre del 2016, pero fue pospuesto indefinidamente y luego nunca salió al aire debido a que Donald Trump ganó las elecciones. En el 2017, “The Good Fight” se inspiró en el drama del episodio no emitido de “Law & Order: SVU” a través de “Stoppable: Requiem for airdate” en donde presentó una historia enfocada en el guionista que escribió el capítulo y que estaba siendo demandado por el canal por filtrarlo.



 “DAY 464” - PEE PEE TAPE 

 Para su segunda temporada, la serie ya se sentía cómoda con mezclar la cruel realidad con una ficción bastante realista, sin embargo, no es hasta el episodio “Day 464” en el que vemos en toda su gloria la capacidad de “The Good Fight” de hacer humor meta. En el episodio, el buffete toma posición de la famosa “pee pee tape” de Donald Trump. ¿Y qué es el “pee pee tape”? Se supone que es un video que presuntamente muestra a Trump rodeado de prostitutas que originan en una cama en la que supuestamente Barack Obama durmió. Todo esto ocurrió presuntamente en un hotel de Rusia y fue grabado por agentes de inteligencia rusos. De existir, presuntamente, el video lo tendría Vladimir Putin. En la ficción de “The Good Fight”, una de las prostitutas en cuestión tiene una copia del video y Diane la ayuda a quedarse en el país llegando a un trato con el FBI.



 “THE ONE INSPIRED BY ROY COHN” – LA FUSIÓN DE ROY COHN Y ROGER STONE 

 El personaje de Roland Blum, interpretado magistralmente por Michael Sheen, está inspirado en Roy Cohn, un controversial político conservador, asesor informal de Richard Nixon y Ronald Reagan y abogado y mentor de Donald Trump, y también en el infame Roger Stone, el excéntrico discípulo de Cohn y colaborador de la campaña electoral de Donald Trump. A través de Blum, la serie explora la decadencia y desparpajo de ciertos abogados que mienten, manipulan y distorsionan la verdad para poder ganar no solo en el sistema judicial sino también en la opinión pública. Blum era tan diabólico como encantador, tan embustero como excéntrico, pero todavía era la tercera temporada y “The Good Fight” aun confiaba en el sistema. Por eso, en el último capítulo, a Blum le quitan su licencia de abogado, pero, aunque queda impedido de ejercer como abogado en Illinois, se va a Washington para poner una nueva firma. En uno de los episodios, Blum da una entrevista utilizando el seudónimo de John Barron, el mismo nombre que utilizó Donald Trump para dar una entrevista y hablar de Donald Trump pero pretendiendo que no era Donald Trump. 


 “THE ONE ABOUT THE END OF THE WORLD” – SWATTING 

 En la segunda temporada, Diane y Liz se unen a una resistencia anti-Trump que se reúne bajo la fachada de ser un club de lectura. Con cada nuevo capítulo, mientras que Diane y Liz se muestran reacias a romper la ley, este grupo se vuelve más radical. Diane y Liz son expulsadas de la resistencia cuando descubren y se oponen a que el grupo realice un “swatting” a un miembro del equipo de Trump encargado de la política de detención de inmigrantes. El “swatting” es un tipo de broma pesada que consiste en engañar a un servicio de emergencia dando un falso aviso de incidente grave para que envíen a su equipo y entren sin permiso. Ya se han registrados varios casos de “swatting” que han terminado con la muerte de alguien. En la ficción de “The Good Fight”, el funcionario termina muerto. Diane le reclama a la resistencia y la resistencia manda un equipo SWAT a la casa de Diane como venganza. 



 THE GOOD FIGHT SHORT - SCHOOLHOUSE ROCK 

El primer corto animado musical de “The Good Fight” fue el famoso “Nobody’s above the Law”, una canción de Jonathan Coult y animada por Steve Angel, que explicaba el proceso de impeachment ante un presidente que no se comportaba de manera correcta. Este “The Good Fight Short” se sentía como una parodia del programa “Schoolhouse Rock”, que tenía como objetivo enseñar a niños. En la serie, los cortos comenzaron a aparecer de manera continua en la tercera temporada. De un modo didáctico, pero con una gran cuota sarcástica, explicaban diversos casos, definiciones y tretas usadas por Donald Trump. Desde la granja de troller rusos hasta quién diablos es John Barron, “The Good Fight Short” se ha vuelto una marca propia dentro del propio show aunque en la cuarta temporada desapareció por completo, siempre puede regresar.



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domingo, 5 de julio de 2020

#TheGoodFight T4: El grupo vs. la realidad

Con cada temporada que pasa se siente que la insólita comedia en “The Good Fight” nace de lo absurdo, eso es hasta que echamos un vistazo a las noticias, entonces, entendemos por qué este drama legal ha mutado a ser prácticamente un comentario meta de una realidad irracional y repleta de problemas sociopolíticos en todos lados. En ese sentido, la serie apela a un ingenioso humor para conservar la cordura en un mundo que día a día se vuelve un poco más loco. 



El primer episodio de la cuarta temporada, titulado apropiadamente “The Gang Deals with Alternate Reality”, hizo un ejercicio de ficción especulativa y presentó una realidad alterna donde Hillary Clinton ganó las elecciones, cumpliendo el sueño de Diane Lockhart (Christine Baranski), pero, por supuesto, siempre hay un “pero” en este tipo de historias, pero muy pronto ese sueño se transformaría en una pesadilla, porque aunque la visión de “The Good Fight” es más generosa con Hillary Clinton de lo que fue “Homeland” con Elizabeth Keane, de todas formas se deja claro que de no haber llegado al poder Donald Trump no habrían salido a flote tantas denuncias de acoso laboral y de acoso sexual relacionadas a figuras públicas. Siendo Diane una feminista acérrima entiende la importancia del Movimiento “MeToo” incluso en una realidad donde no existe. Por eso, intenta darle un poco de reflectores hablando del movimiento en la prensa, sin embargo, sus declaraciones son eliminadas en edición ya que no proporcionan en nada a la agenda Clinton. Recordemos que además de las denuncias, se realizó una marcha multitudinaria a los pocos días que Trump asumió la presidencia de Estados Unidos, lo que le dio más visualización al movimiento y le dio impulso necesario para exigir cambios a la sociedad. 



 El propósito del episodio no es encontrar lo positivo en el mal tiempo o sacrificar algo por el bien común de no tener a Trump como jefe de Estado. No, para nada. El propósito del episodio es ser una llamada de aventura en el nuevo viaje que la heroína de la serie debe embarcar. Por eso, el sueño se convierte en pesadilla para Diane cuando Harvey Weinstein, el productor que cayó en desgracia tras las denuncias en su contra y es en esta nueva realidad uno de los hombres más poderosos del país y cercano a la administración Clinton, se vuelve cliente del buffete y Diane se muestra reacia a defenderlo sabiendo el daño que le ha hecho a las diferentes mujeres por años sin que nadie moviera un solo dedo para deternerlo. Conociendo el modus operandi de Weinstein, Diane le advierte a Lucca Quinn (Cush Jumbo) que tenga cuidado con las invitaciones de Weinstein a su hotel para “discutir el caso” porque en algún momento abrirá la puerta solo usando su bata. La actuación errática de Diane hace que sea retirada del caso. Entonces, regresa a casa abrumada por una nueva realidad y asustada porque no ha podido contactarse con Kurt McVeigh (Gary Cole). El capítulo termina cuando Kurt logra despertar a Diane resolviendo el cliffhanger de la temporada pasada cuando por venganza un grupo de la resistencia envió a un equipo de SWAT al departamento de Diane y Kurt. En la secuencia final vemos un preview de lo que hubiera sido el canal de Trump con Felix Staples (John Cameron Mitchell) guitarra en mano y seraneando a Estados Unidos. 



 Este capítulo funciona también como una transición a una nueva fase del show. Siempre he dicho que Trump funciona como el Thanos en el mhytos de la serie. Desde la primera temporada, el antagonista natural de “The Good Fight” ha sido Donald Trump. Diane y Liz Reddick (Audra McDonald) inclusive formaron parte de una resistencia que jugaba sucio para golpear a la administración de Trump y no es hasta que ese grupo intenta hackear las máquinas de votaciones para asegurar una victoria demócrata que Diane y Liz deciden salirse porque no estaban dispuestas a rebajarse al mismo nivel de Trump. La historia “el grupo vs. Trump”, si bien sirve aporta mucho para el humor, en realidad, no tiene más a dónde más ir porque en esta triste realidad Trump sigue allí en el poder. Así que esta cuarta temporada se le dejó un poco de lado, aunque siempre teniendo presente que en realidad Trump es un virus que lo infecta todo incluso ese sistema judicial en el que se suponía que nadie está por encima de la ley, pero después de dos años de estrenar la canción “Nadie está por encima de la ley”(Nobody’s above the Law) y tras sobrevivir un proceso de impeachment y contra toda lógica legal, pues, resulta que sí, Trump y su gente están por encima de la ley. Como ya hemos visto a Diane pasar por todas las fases de negación, entonces, su arco esta temporada es el activismo legal: tomar casos probonos confiando en la mantra de la independencia y de la igualdad ante el poder judicial, pero al toparse de nuevo con la misma piedra, entonces, se embarca en su nueva de misión de investigar cómo lo hace: ¿cómo Trump se sale con la suya? 



 Como no existe una explicación coherente para justificar cómo es que Trump se sigue librando de la justicia, “The Good Fight” formula una teoría de conspiración: el “Memo 618”, un documento que en teoría solo es un papel vacío, pero en la práctica confirma que en la era Trump no hay igualdad bajo la ley, las élites no necesitan respetar a la justicia y pueden enterrar casos sin que nadie pueda hacer nada al respecto. Esta es la historia más extravagante, y eso que estamos hablando de un show que incluyo clips musicales didácticos, y más arriesgada, teniendo en cuenta lo popular que son las teorías de conspiración en esta época, de la cuarta temporada. ¿Y por qué no? Ya vivimos en una época donde la realidad es más rara que la ficción y la ficción puede sonar más cuerda de la realidad. Lamentablemente, el coronavirus hizo que la temporada solo contara con 7 episodios de los 10 que debía de tener, por lo que no solo no se puso cerrar esta historia, sino que el cliffhanger involuntario generado involucra al recién nombrado juez Julius Cain (Michael Boatman) siendo arrestado precisamente por denunciar la existencia de este memo.



 Otras historias de la temporada incluyeron la fusión del buffuete Reddick, Boseman y Lockhart con la firma internacional STR Laurie y los subdramas derivados de esta fusión, la consideración del comité democrático para que Adrian Bosman (Delroy Lindo) como candidato presidencial en el 2024 (qué bueno que crean que llegaremos al 2024), y la historia más floja de la temporada giro alrededor de Lucca volviéndose amiga de una millonaria y ganando dinero en un juego de poker. “The Good Fight” tiene la mala costumbre de darle la historia más laxa a uno de sus personajes y ese personaje casi siempre termina yéndose a la siguiente temporada. Sucedió con Barbara Kolstad (Erica Tazel), Collin Morrello (Justin Bartha) Maia Rindell (Rose Leslie) y ahora con Lucca Quinn. La actriz Cush Jumbo confirmó que, si su horario se lo permite, podría volver a la serie para darle un final digno a Lucca Quinn. 



 “The Gang is Satirized and Doesn’t Like it” fue el episodio más meta y desenfrenado de la temporada. Un exempleado del buffete realiza una obra teatral inspirado en el tiempo que trabajo para Reddick, Boseman y Lockhart y los representa de una manera espectacularmente bizarra. Por supuesto, esto molesta a Adrian y también hace reflexionar a Liz, Julius y Diane porque la obra, que también contiene un nivel de absurdidad muy “Legends of Tomorrow”, está llena de comentarios directos e incomodos sobre sus propios protagonistas -como la pasividad de Boseman, la pasivo-agresividad dominante de Diane, los principios conflictivos de Julios y la poca experiencia sexual de Liz con hombres blancos-, además, también se evidencia la hipocresía de las cabezas del buffete, sobre todo, teniendo en cuenta que siendo una de las pocas firmas de mayoría afroamericana, y con ello, pudiendo luchar por una justicia racial, solo se preocupa por los ingresos, razón por la cual tuvo que fusionarse con una gran corporación.  Mediante un tweet, la producción de “The Good Fight” explicó su largo proceso de edición que se complicaba más debido al covid-19. Muy a su estilo, en uno de los episodios, el intro solo tiene descripciones de lo que debía estar allí. Se dejo con la intención de causar gracia, pero también para evidenciar que la pandemia lo detuvo todo. 



Pese a ello, el último episodio de la temporada no pudo emitirse en un mejor momento, pues, justo fue el mismo tiempo que reapareció Anonymous “revelando” nuevos datos del caso del pedófilo Jeffrey Epstein, mientras que Netflix estrenaba el documental “Jeffrey Epstein: Asquerosamente rico”, pero solo “El grupo descubre quién mató a Jefrrey Epstein” (The Gangs Discovers Who Killed Jeffrey Epstein), bueno, en realidad no. El grupo está encargado de investigar la misteriosa muerte de Epstein quien se supone que se ahorcó él solo cuando estaba en prisión. El caso de Epstein es utilizado para, de nuevo, explorar en la decadencia y corrupción de los ricos y poderos, pero lo hace de una manera tan ridícula con sus personajes tomándolo tan en serio que toda la hora parece un episodio extra de falso documental “American Vandal”. Bosman nos dice que no creamos en teorías de conspiración al momento de investigar, pero Diane nos dice que debe haber una mano negra que ayudó a Epistein en sus anteriores procesos y en varias oportunidades, la ala conservadora del buffete piensa que Bill Clinton está involucrado mientras que la a ala liberal le va a Bill Bar. En el final del episodio; Marissa Gold (Sarah Steele) y Jay DiPersia (Nyambi Nyambi) llegan hasta la isla privada Epstein. En realidad, la última escena es un WTF total. Vale la pena no hacer ningún spoiler.



 La calidad de “The Good Fight” es indiscutible, su posición anti-Trump siempre es parte de su ADN, su creatividad y claridad al retratar esta época surrealista es una genialidad porque no pasa por agua tibia las problemáticas que existen, sin embargo, muchas de las tramas no parecen tener una dirección concreta. El responsable de la irregularidad en la serie tal vez sea el covid-19. Nos hemos perdido de tres episodios por el bendito virus y quién sabe quizás todo cobraba sentido, excepto que no veo como la historia de Lucca o la aventura de Liz pudiera dar algún giro interesante, pero la serie ya nos ha sorprendido antes. De todas formas, “The Good Fight” ha sido renovado para una quinta temporada donde seguirá alucinando y el grupo seguirá luchando contra esta triste realidad en la que nos ha tocado vivir.

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