Una indignada Diane Lockhart apaga la televisión que trasmite la inauguración presidencial de Donald Trump. Es una imagen poderosa y catártica. El país entra a un gran periodo de incertidumbre y Lockhart decide que es un buen momento para renunciar a su prestigiado bufete de abogados y jubilarse para vivir en Europa. Solo hay un problema. El amigo de Diane, Henry Rindell, la ha estafado y han montado una estafa piramidal (o esquema Ponzi). Ahora, Diane está sin trabajo y sin dinero. Cualquiera entraría en una depresión total. Ella no. ¿Qué hace? Continúa luchando.
El poder femenino
"The Good Fight" mantiene la estructura de "The Good Wife" y solo se adentra en la vida privada de sus figuras cuando es necesario. "Las luchas" que vemos son más que todo en el plano jurídico con casos crudos y de esencia polémica. La historia madre de la primera temporada fueron las consecuencias del esquema Ponzi realizado por el padre de Maia Rindell (Rose Leslie), Henry y su socio Jack, en donde también se intentó involucrar a Diane Lockhard (Christine Baranski), quien también es la madrina de Maia. Pero fue la propia Maia quien la "salvó" y complicó la situación legal de su papá al hacerlo.
Maia tiene una pareja llamada Amy, o sea, es gay y su historia no giró al rededor de su sexualidad, lo que es refrescante.
Esa es la lucha de Maia; cargar la cruz de su familia y estar bajo la lupa de una investigación en donde podría ser procesada por ser cómplice de estafa. Aunque considerando como terminó la temporada, la lección para Maia es que no debe confiar en nadie y menos en sus padres, ya que la metieron en problemas al utilizar la fundación a su nombre engañar a la gente y en el último capítulo, Maia es arrestada luego que su padre se da a la fuga.
Hay que admitir que este es un buen cliffhanger
Si alguien merecía una serie propia era Diane y su "lucha" durante en el primer episodio es enfrentarse a la realidad de encontrarse a los 60 años sin trabajo y sin estabilidad financiera y en los próximos capítulos, afianzar su reputación y astucia con cada caso que recae sobre sus manos en el buffete Reddick, Boseman & Kolstad, donde su presencia es la "cuota de diversidad", como lo puso Adrian Boseman, puesto que sería una de las pocas mujeres blancas en un estudio de abogados de mayoría afroamericana.
En el aspecto personal, quedó pendiente su separación con Kurt.
La "lucha" de Lucca Quinn (Cush Jumbo) tuvo que ver con la colisión entre su vida profesional y personal gracias su relación con Colin Morrello (Justin Bartha), fiscal del departamento de Estado. Quizás, "The Good Fight" le prestó demasiada atención a este dúo, puesto que el coqueteo en la corte estaba entretenido, pero después le metieron un drama innecesario con la familia de Colin, sin embargo, al final es el "conflicto de interés" y la falta de pruebas, la saca a Lucca de la cárcel cuando es acusada de ser cómplice de un acto de terrorismo en el último episodio.
I ship it... I dont care
"The Good Fight" exuda feminismo. Las tres protagonistas, Maia, Lucca y Diane, parecen ser como la evolución de sí mismas en el plano profesional. Maia Rindell, que recién ha obtenido su licencia de abogada, tiene que enfrentarse al escrutinio publico por la estafa de su padre Henry Rindell mientras se va adecuando al nuevo buffete y a la responsabilidad de llevar casos complicados. Maia aspira a ser como Lucca, una de las mejores abogadas del buffete con un futuro muy prometedor. Y Lucca, pese a que está un poco mortificada por la contratación de Diane, entiende que la presencia de Lockhart será beneficiosa en para el estudio.
Marisa es la actual robaescenas de The Good Fight. Secretaria de Diane y aspirante a detective del buffete
Trump el antagonista tácito de "The Good Fight"
El Hollywood Reporter ha denominado esta temporada la "era de Donald Trump" debido a la influencia que ha tenido la errática presidencia del magnate en las series. Hemos visto esta tendencia en "Madam Secretary", "Designated Survivor" y "Scandal", en donde los paralelismos con Donald Trump son fáciles de identificar, y también hemos visto cómo "la era Trump" ha cambiado el contexto de series como "Homeland", que ha tenido como centro la elección de una presidenta anti establishmenten guerra con su sistema de inteligencia y de "Quantico", que recientemente dedicó un completo al fenómeno de "fake news". Y por supuesto, "Black-ish" decidió tener un tono más esperanzador con el capitulo Lemon.
Era Trump
En el caso de "The Good Fight", Donald Trump es el antagonista tácito del que se desliza todos los tramas. Llamar a la serie una propaganda "anti Trump" es un subestimado, no obstante, la política y las leyes, como en la vida real, no siempre le hace el trabajo fácil a la agenda liberal y progresiva, pero al menos logran tocar casi todos los problemas sociales en la actualidad.
Además del denominado "fake news", Donald Trump también trajo a la palestra al "alt right" que también se hace presente en "The Good Fight" con personajes inspirados en personas reales como trolls y Milo Yiannopoulos. Pese a que el show no concuerda con muchas de las ideas de este grupo ultra
conservador, los creadores de "The Good Fight", Michelle y Robert King, defienden la libertad de expresión y sus defectos, porque como el mismo capítulo "Social Media and Its Discontents" lo evidencia, la censura también trae sus consecuencias, especialmente cuando alguien está buscando que lo censuren para poder hacer su espectáculo.
Si bien la no presencia de Donald Trump sirvió como el Thanos de los Vengadores, un enemigo demasiado poderoso al que no se puede vencer... todavía, la serie nos presentó un enemigo de talla. Matthew Perry volvió a darle vida al astuto y sin escrupulos Mike Kresteva, cuyo trabajo era reducir las denuncias por brutalidad policial y en lugar de hacer lo correcto, prefiere tratar de inhabilitar al buffete de Reddick, Boseman & Kolstad, porque es el estudio que ha llevado y ganado casos de este tipo. Este enfrentamiento es de resaltar por tantas razones, primero; resulta que Perry es fácil de odiar, pero también resulta que Kresteva es un villano admirable que distorsiona la verdad para su propio beneficio, segundo; la abogada del buffete es Elsbeth Tascioni (Carrie Preston) cuyos métodos ortodoxos, vitalidad y comportamiento extravagante es una delicia y tercero; el humor que sale de las escenas de los dos sin ser comedia es fantástico, solo puede ser comparado al de The Rock y Statham en Rápidos y Furiosos 8.
De modo que "The Good Fight" no solo es una serie sólida, es la mejor serie legal del momento. Creo que hasta en cierto punto está por encima de su predecesora y además, no es necesario que hayas visto "The Good Wife" para entender por dónde va. Quisiera decir que el hecho que se trasmita por CBS All Access le permite ser más valiente, pero no es así, el guión por sí solo es sumamente osado y poderoso que le permite tener una voz propia a la serie.
La única libertad que CBS All Access le aporta es el poder decir "fuck" y "shit" cuando el momento lo amerita.
"The Good Fight" le da una lección a NBC
El episodio "Stoppable: Requiem for an Airdate" nace de la autocensura de "Law & Order: Special Victims Unit" cuyo capitulo especial basado en Donald Trump no ha sido emitido en la NBC. Este episodio originalmente debía ser emitido el 26 de octubre y después el 16 de noviembre, pero con la victoria de Trump parece que nunca saldrá al aire.
Diane y compañía tiene que defender uno de los productores que filtró un episodio basado en el actual presidente bajo el argumento de "fair use", un caso que inmediatamente se transformó en un posible censura cuando el mismo Trump tuiteó sobre el tema. Todo el episodio es crítica indirectamente directa ante la decisión de la NBC de archivar el episodios, una decisión que nace por el miedo a las represarías de Trump, y una decisión del que nace el mejor episodio de "The Good Wife".
No hay comentarios:
Publicar un comentario