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miércoles, 27 de noviembre de 2019

Otras joyas británicas: Series que deberías ver si te gustó #TheEndoftheFuckingWorld

Los hay de diferentes géneros; "The End of the Fucking World” y “Sex Education” son series juveniles, “Killing eve” y “Bodyguard” pueden ser consideradas thrillers psicológicos, también están los innovadores como “Black Mirror” y “Fleabag” y los clásicos como Gentleman Jack y el vanagloriado “The Crown”. Además del lugar de origen, lo que comparten todas estas producciones es que hacen gala de un estilo elegante y vanguardista. Aquí las otras joyas británicas que tuve el chance de ver este año: 



 -Bodyguard 

 Protagonizado por Richard Madden, la serie cuenta la historia de David Budd, el guardaespaldas asignado de Julia Montague (Keeley Hawes), la ministra del Interior, con quien se involucra sentimentalmente para después convertirse en el principal sospecho de un ataque terrorista que acaba con la vida de la política más importante del país. “Bodyguard” hace un manejo exquisito de la tensión y el suspenso, hasta el punto que no puedes confiar en nadie ni si quiera en el propio Budd, y su final ofrece un giro, en lo que respeta a la revelación del cerebro del ataque, que es bastante inesperado. Netflix estrenó la serie en enero de este año. Con solo 6 episodios, se presta para un perfecto binge-watching. 



 -Killing Eve 

Clásico de las series; siempre hay un agente que se obsesiona tanto con el asesino que está investigando que termina no solo por entenderlo, sino utilizar ese insight para capturarlo. Phoebe Waller-Bridge, la creadora de “Killing Eve”, distorsiona esa visión y explora la extraña fascinación de la agente especial Eve Polastri con la sicaria Villanelle. Una relación tan peligrosa como adictiva con cierto toque siniestro y una alta cuota de tensión sexual. Las grandes performances de Sandra Oh y Jodie Comer son las razones principales del por qué la serie se ha vuelto un fenómeno mundial. Si bien es cierto, la segunda temporada varía un poco la dinámica, con una propuesta bizarra de un team up, al final la restablece para seguir con su hipotónico el juego del gato y el ratón.



 -Sex Education 

Una de las producciones más avezadas del año, “Sex Education” es la heredera millennial de “Skins”, una serie que en su momento hizo que varios padres se tiraran los pelos y demandaran su cancelación por ser demasiado brutal con su retrato de adolescentes perdidos y rebeldes. El tiempo ha pasado volando, pero la adolescencia sigue siendo la etapa más difícil de la vida y ahora le toca a series como “Sex Education” y “The End of the fucking world” ser el reflejo de la adolescencia actual llena de la confusión, curiosidad por el sexo y soledad. Es curioso, pero tanto “Sex Education” y “The End of the fucking world” se desarrollan en el presente, y sin embargo, parecen estar encapsulados en el pasado por su estética audiovisual, sus soundtrack repletos de éxitos antiguos y una moda que evoca los 80's y 90’s. 


 -Gentleman Jack 

La serie de Sally Wainwright cuenta la vida de la revolucionaria terrateniente Anne Lister (Suranne Jones), apodada “caballero Jack” por sus amantes, encargada de gestionar los negocios de su familia e indomable en pleno siglo XIX. De un espíritu aventurero, intelectual y valiente, Anne Lister escribió diarios sobre su vida y en su serie rompe la cuarta pared para revelarnos no solo lo que piensa y siente sino también para mofarse de la cerrada sociedad de Halifax. Si bien la serie pudo centrarse en las dificultades a las que se enfrentó Lister al tener una personalidad fuerte y un look masculino en una época que aborrece lo diferente, prefiere dar más espacio a su historia de amor con Ann Walker (Sophie Rundle). De ese modo, nos regala un romance que tiene todos los requerimientos para convertirse en un clásico.  En Latinoamérica se puede ver "Gentelman Jack" a través de HBO.



-Years and Years 

Creada y escrita por Russell T Davies, “Years and Years” sigue la vida de la familia Lyons desde la actualidad hasta 25 años en el futuro. El corazón y epicentro de la historia son los hermanos Lyons quienes se ven afectados por temblores ocasionados por la inestabilidad política y económica del mundo. En un segundo plano vemos cómo la pintoresca Vivienne Rook, personaje encarnado por una magistral Emma Thompson, va escalando en el poder gracias a sus carisma, sus propuestas populistas y mentiras desvergonzadas. La serie en sí misma es una clara muestra de cómo las decisiones políticas que tomamos puede afectar a la población completa de un país y del mundo. Por las venas de “Years and Years” corre el fatalismo distópico de “Black Mirror”, pero también el amor incondicional como motor para cambiar el mundo. 



 -Fleabag 

Creada y protagonizada por Phoebe Waller-Bridge, “Fleabag” trata simplemente sobre la vida imperfecta de una mujer atribulada y complicada en Londres. Durante el curso de la serie, Fleabag rompe la cuarta pared para uno que otro comentario ingenioso, pocas veces usa esa herramienta para un confesionario de sus sentimientos más profundos, pero igual llegamos a conocer sus secretos a través de flashbacks silenciosos. Este proyecto de Phoebe Waller-Bridge es personal, refrescante y sincero, logra mezclar la tristeza y el humor descarado sin agobiarnos con su tragedia y no es tímida al abordar el sexo y el placer femenino. Gracias a que cada uno de sus episodios no duran más de 24 minutos, es fácil verlos de corrido. No puedo dejar de mencionar a los actores que acompañan a Waller-Bridge, especialmente, a Olivia Colman que hace de la madrastra pasivo-agresiva de Fleabag, a Sian Clifford como la neurótica hermana de Flebag, Claire, a Bill Paterson como el padre de Fleabag y en la segunda temporada se unió al elenco Andrew Scott como el sacerdote sexy quien tiene un breve affair con Fleabag. Un dato curioso de la serie es que jamás se menciona el nombre de la protagonista en la propia serie. 


 -Black Mirror 

La serie antológica creada por Charlie Brooker rápidamente se convirtió en la producción insignia del Reino Unido y la responsable de que le tengamos pánico a los avances tecnológicos. “Black Mirror” es un fenómeno mundial por el alcance de Netflix, pero sobre todo gracias a su habilidad de imaginar los peores escenarios, a la par de los más realistas, de la deshumanización humana. Si bien es cierto sus dos últimas temporadas, especialmente, la cuarta y la quinta, han bajado un poco de calidad, es innegable el nivel de importancia e influencia que “Black Mirror” ha ejercido en el mundo del entretenimiento desde que se estrenó.



 -The Crown

El prestigioso y galardonado drama de “Netflix” gira en torno al reinado de la longeva e icónica reina Isabel II. De una narrativa sobria y adornada de una espectacular ambientación, “The Crown” se encarga de representar a una familia real de una manera única, brillante y fascinante. Las dos primeras temporadas estuvieron protagonizadas por Claire Foy, Matt Smith y Vanessa Kirby mientras que en la recién estrena tercera temporada podemos encontrar a Olivia Colman, Tobias Menzies y Helena Bonham Carter. El cambio completo en el elenco no ha mermado para nada la brillante actuación y dirección de la serie, es más se podría decirse que cada uno de ellos le da una mayor profundidad, y hasta humanidad, a estas figuras públicas. “The Crown” es la joya de Netflix, siendo su inversión más cara hasta el momento, y a la vez es una muestra que no se necesita melodramatizar al momento de ficcionar la historia real para hacerla más atractiva.



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martes, 19 de noviembre de 2019

#TheEndOfTheFxxxingWorld: Millennials enamorados y torturados

“Fue un final apropiado. Una historia de amor fallida. Una tragedia perfecta. Y luego, no morí”. 

Así describe James (Alex Lawther) su historia con Alyssa (Jessica Barden) mientras en imágenes se recapitula la primera temporada. Debió ser el final y como dice James, habría cerrado una tragedia perfecta, pero no lo fue, pese a que así termina el comic del cual fue adaptado, y no lo fue porque Netflix decidió renovarlos para una sorpresiva segunda temporada, aprovechándose del éxito de la serie, pero principalmente no lo fue porque su Charlie Covell explicó que la primera temporada era la parte uno de una historia que completaría en una segunda entrega. 



 “The End Of The Fxxxing World” es una especie de “Bonnie y Clyde” moderno, una suerte de version millennial y dark de un psycho Romeo y una hipster Julieta, una oda a la rebeldía adolescente, al nihilismo contemporáneo y también al amor, uno insano y loco, pero amor de todas maneras. “The End Of The Fxxxing World” más británica no podría ser: fina, distante y gélidamente educada incluso en los lapsus impulsivos. La arquitectura de la serie es sencilla, cada capítulo tiene menos de 25 minutos, es una mezcla ideal entre el drama y la comedia, un soundtrack fenomenal que evoca el sentimiento melancólico e inquieto, no por una época, sino por una etapa; la adolescencia y la llena de momentos crudos, violentos y oscuros, pero siempre haciendo énfasis en ese sentimiento de “odio todo y a todos”, algo que sintió cualquier adolescente alguna vez en su vida. Su título “el final del puto mundo” parecía advertir un apocalipsis, pero no, solo hace referencia a las vivencias de momentos cruciales que se sentían como el fin del mundo. 



 Cuando James y Alyssa huyen de sus familias y de su pueblo están dejando atrás ese mundo que conocían. Le están diciendo “fuck you” a ese mundo. Cuando James conoce a Alyssa está convencido de que es un sociópata y planea matarla, pero cuando mata a Clive (Jonathan Aris), el profesor pederasta que trató de abusar a Alyssa, se da cuenta que no solo es capaz de sentir, sino que lo hace intensamente, pero solo siente dolor, tanto dolor que prefirió pensar que no sentía nada. La epifanía llega en un momento de crisis porque de ser atrapados por las autoridades ese sería el fin del mundo, de sus mundos. Pero el final es inevitable y James hace lo necesario para salvar a Alyssa.



 En la segunda temporada, el fin del mundo pasó y las consecuencias no fueron judiciales, sino psicológicas y físicas. Entonces, se enfrentaron a una nueva tragedia; la vida misma. Ambos retornaron a sus familias. Pasaron dos años. Maduraron a medias y la vida les dio una segunda oportunidad. Un reencuentro. Una potencial nueva tragedia. Entra a la historia Bonnie (Naomi Ackie), la “viuda” de su idealizado Clide, la víctima de los abusos constantes de su madre y de la ausencia de su padre, razón por la cual confunde el “amor” con el maltrato. 


La mujer es tan rara y peculiar que cabe a la perfección con el dúo principal porque Bonnie tiene cosas del James antes de Alyssa, (la indiferencia por la vida), y también de Alyssa antes de James (la actitud flemática), pero lo que no tiene es su contraparte, aquella que le enseñe que ese amor que profesa por su Clide, y que la llevó a la vida criminal, no es amor. En el último capítulo, Bonnie le vuela los sesos a James y Alyssa, pero después de unos largos segundos se nos revela que se trataba de una imagen mental de Bonnie. James y Alyssa logran evitar que Bonnie los mate y se mate a sí misma y es que la muerte es el fin del mundo real. Por eso James no sabe qué hacer con las cenizas de su padre y por eso teme que Alyssa vaya a matarse, sin embargo, Alyssa solo necesitaba volver a esa habitación “donde siempre está” desde que murió Clide. Un paso necesario para confrontar su trauma y admitir que necesita ayuda. 



En el final verdadero, Bonnie vuelve a estar tras las rejas de nuevo al intentar matar a James y Alyssa por Clide. En ese sentido, Bonnie y Clide representaron un versión mucho más perversa y anti-romantica de Bonnie y Clyde. Por su lado, y con esa apatía incomoda que caracteriza a Alyssa, pero también con cierta ternura, admite que escuchó ese “te amo” murmurado de James y que siente lo mismo. La segunda temporada ha conservado su esencia, pero también ha madurado al igual que sus protagonistas. Si Romeo y Julieta fueron capaces de morir juntos, y en la primera temporada, James comenzó queriendo matar a Alyssa y terminó sacrificándose por ella, ahora, ambos están dispuestos a vivir en este puto mundo.