jueves, 26 de octubre de 2023

#SexEducation: Una decepcionante temporada final

En el pasado ya otras series tuvieron el mismo atrevimiento de “Sex Education” se presentar a adolescentes freneticos por el sexo, pero la diferencia con otras series como "Euphoria" o "Skins" era su tono más light y positivismo. Sí, abordaba temas difíciles, pero lo hacía de manera empática. Con ello se ganaron merecidos elogios, aunque cada uno de los halagos parecía retar a los productores y guionistas: "ser más empáticos", "ser más didácticos", "ser más wokes". Así, la tercera temporada marcó el comienzo de la decadencia de la serie hasta su temporada final. Si la cuarta temporada se siente extraña, apresurada y centrada más en los personajes nuevos, es porque los productores y guionistas no sabían que la cuarta temporada sería la última. La decisión de terminar la serie la tomó Netflix y no es realmente una sorpresa. Hay que tener en cuenta que la expectativa de vida de una serie de Netflix es de tres temporadas, las que han tenido más es gracias a su popularidad u otros factores. La decisión de la plataforma es razonable considerando que los protagonistas se volvieron estrellas y comenzaron a tener otros proyectos. Además, la mayoría ahora mismo con las justas pasan como adolescentes. 


¿Nueva especial, nuevo reboot?


Esta cuarta temporada “Sex Education” parecía ser un leve reboot introduciendo nuevos personajes como si fueran una “nueva generación” e incluso tenemos un cambio de escenario: pasamos de una escuela conservadora a una demasiado abierta y muy irreal. Se trata más de una fantasía utópica cuya mera existencia plantea problemas para la narrativa de la serie. ¿Si esta escuela siempre ha existido, por qué Eric no buscó estudiar allí antes? Y es que esta nueva escuela es lo que Eric buscaba desde la primera temporada; un lugar seguro que lo acepta tal como es, rodeado de gente de la comunidad LGTBQ+. Este paraíso woke representa lo que la serie quiere ser: un lugar lleno de discursos de aceptación, pero que no reconoce su propio mensaje. Y ese es un problema porque nadie quiere que le den lecciones constantemente. En las primeras temporadas, los consejos de Otis y Jean no eran sermones de aceptación ni lecciones de progresismo. Cada historia invitaba a la reflexión, pero lo hacía con sutileza. A partir de la tercera temporada, la serie adoptó un tono didáctico irritante. Entonces, cuando se anunció que varios personajes no regresarían para la última temporada, se pensó que sería porque el elenco era demasiado grande y la decisión, aunque dolorosa, haría que la serie se centre en sus protagonistas. Sin embargo, con la nueva temporada llegaron nuevos personajes, lo que no habría sido un problema si esta no fuera la última temporada. El público se quiere despedir de sus personajes favoritos y no va a encariñarse tanto con los nuevos que para colmo ocupan el espacio de otros personajes que habían sido sacados. Además, estos nuevos personajes se sienten escritos de manera bastante básica. Para una serie que predica que la sexualidad es fluida, busca etiquetar cada orientación. Los nuevos personajes parecen cumplir con todas las casillas de la diversidad y la comunidad LGTQ+, pero carecen de profundidad y la mayoría presenta una personalidad muy cliché. Siempre es importante recordar que un personaje o una persona es más que su orientación sexual. 



Cerrando historias 


La serie logró cerrar muy bien tres historias; la de Adam, la de Aimee y la de Maeve. Todas ellas tienen en común la aceptación para iniciar un proceso de sanación. La historia de Adam tiene una evolución que solo puede ser comparable con la de Jaime de Ted Lasso. Adam pasó de ser un bullying a ser uno de los favoritos del público. En esta última temporada casi estuvo aislado, pero le sirvió para conocerse a sí mismo, reconciliarse con sí mismo y también perdonar a su padre. Por su lado, Aimee, a través del arte, continúo lidiando con su trauma tras sufrir acoso en el bus y finalmente, Maeve sufrió la pérdida de su madre y decidió despedirse de Otis para perseguir sus sueños en Estados Unidos. La historia más interesante de esta temporada fue la de Eric cuyo dilema estuvo enfocado en tratar de conciliar su sexualidad y su religión. No obstante, aunque se trató de una historia bien desarrollada, presentando los desafíos de un hombre gay en una comunidad conservadora y cerrada, la serie exageró al colocar elementos fantasiosos como encuentros o alucinaciones con Dios. Eso no mella la historia, pero sí se siente fuera de lugar. 



¿Otis, el villano real? 


El punto de mayor controversia esta temporada ha sido ver a Otis como "el malo" de la serie. Según la creadora de la serie, Laurie Nunn, esta temporada explora el privilegio de Otis. No se puede decir que sea una historia jalada de los cabellos; Otis siempre fue un personaje egocéntrico y ensimismado en sí mismo, solamente que antes aprendía su lección. Pero... durante las cuatro temporadas hemos tenido la misma historia, Otis se centra en su propio drama, deja de lado a Eric, se pelea con él y luego se reconcilian en el nombre de la amistad. La última temporada no tiene el tiempo suficiente para “arreglar” al personaje, jamás asume las consecuencias de sus acciones, pero sí pide perdón a Eric. Ya parece un castigo bastante fuerte que no termine con Maeve como para seguir criticandolo, así que se le da un pase libre. 


El endgame 


Que Otis y Maeve no se queden juntos ha sido un shock para la generación actual, pero tiene sentido. Se trata de una bonita pareja, pero desde el inicio el endgame de Maeve era romper el ciclo del conformismo y salir del pueblo. Otis no tiene ese problema, como lo dijo la creadora, es un joven privilegiado que tras terminar la secundaria tendrá un buen futuro. Otis y Maeve estaban destinados a conocerse para que uno pueda aprender del otro, pero como pareja vimos que no eran lo suficientemente maduros para sostener una relación a larga distancia o largo plazo. Cuando creces, te das cuenta que hay personas que pasan por tu vida, te la marca, y después la vida continuará sin ellos. 




El legado de la serie 


Sin lugar a dudas, una mala temporada no puede borrar el impacto que "Sex Education" ha tenido en el mundo de las series. A Netflix le significó su primera serie para jóvenes exitosa, para sus protagonistas se trató de un trampolín a la fama, para Gillian Anderson, la volvió a poner en la cima y para esta generación es una de las mejores series que ha logrado plasmar las complejas relaciones de los jóvenes con un mensaje fundamental de tolerancia y aceptación. A pesar de sus altibajos, "Sex Education" representa las virtudes de esta nueva generación que busca abordar temas delicados con empatía y autenticidad. La última temporada puede haber sido decepcionante, pero no debemos olvidar el valioso legado que deja en su camino.

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