The Sandman no fue solo una serie: fue una anomalía poética dentro del sistema. Una adaptación fiel y ambiciosa, visualmente exquisita, que entendía que los sueños no tienen lógica, pero sí propósito. Cada capítulo era un suspiro entre la fantasía y la tragedia, entre lo eterno y lo humano. Fue una serie mágica… pero también condenada por la culpa de su propio autor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario