La tercera temporada de “Jessica Jones” fue la temporada final, aunque por momento se siente que no estaban preparados para decir “adiós”, pero tras la cancelación de “Daredevil” y la separación de Marvel y Netflix, se hizo unos arreglos para intentar cerrar el ciclo. Para su mala suerte, se trató de un epílogo bastante frustante.
El principal problema con “Jessica Jones” es que ha tenido el mismo problema en sus tres temporadas; Jessica Jones (Krysten Ritter) no se ve como una heroína convencional, pero es obvio que es una heroína heterodoxa. En la primera temporada, esta historia es perfecta porque es la presentación del personaje y el trauma de Jessica nace de Kilgrave (David Tennant). Jessica Jones tiene una aversión a ser considerada como una heroína porque la única que hizo algo heroico, Kilgrave la notó, la secuestró y la controló mentalmente por un buen tiempo. Con el regreso de Kilgrave, el heroísmo de Jones se aviva tras enfrentarse no solo a su némesis, sino a su victimario. En la segunda temporada, se entiende que Jones continúe teniendo problemas para verse a sí misma como una heroína incluso cuando haya quienes la vean de ese modo, sobre todo Trish Walker (Rachael Taylor), y es que Jones se vio obligada a matar a Kilgrave, al mismo estilo de Superman en “Man of Steel” en su enfrentamiento final con Zod, para salvar a la persona que más quiere en el mundo; su hermana Trish. El reencuentro con su madre, Alice (Janet McTeer), hizo que Jessica reflexionara sobre sus habilidades y sobre la heroicidad singular de sus propias acciones. Ya en la tercera temporada, la historia es la misma; Jessica no se ve a sí misma como una heroína, sigue bebiendo y torturándose mentalmente, pero al final del día, Jessica Jones salvará del peligro a quien lo esté incluso cuando no lo merezcan.
Si en la segunda temporada, Jessica no tuvo un enemigo directo –Alice sirvió más como una representación del miedo de Jessica -, en la tercera tuvo dos; el asesino en serie Gregory Salinger (Jeremy Bobb), muy parecido a Dexter tanto física e intelectualmente con un código que lo impulsa a matar a los que creen que “engañan” la vida por sus poderes especiales, y Trish en modo vigilante dominada por su propio “pasajero oscuro”. Típico de Marvel, todas estas historias están conectadas, sin embargo, la historia de Trish fue el punto de controversia de la temporada y los seguidores odiaron la dirección que se le dio, pese a que narrativamente se trató una de las más interesantes incluso por encima del arco repetitivo de la propia protagonista. Y es que Trish siempre ha sido la deuteragonista de “Jessica Jones” y nadie estaba preparado para que se vuelva la antagonista.
Cuando te das cuenta que eres una mala copia de Dexter.
En las series de Marvel, el sacrificio de lo que significa ser un héroe es el pilar de la historia. Y hay diferente tipos de héroes y ser héroes tiene distintas ramificaciones y yuxtaposiciones. Con la introducción de “The Punisher” en la segunda temporada de “Daredevil”, se marcó una línea clara. ¿Qué es lo que hace al diablo de Hell Kitchen un héroe? El simple hecho que no toma la vida de sus enemigos y no mata porque eso va en contra de sus creencias como católico y de su convicción por el sistema de justicia. Frente a esta posición, Frank Castle (Jon Bernthal), cuyo apodo es el “castigador” por la forma de aniquilar a sus enemigos, parece ser el antónimo de Matt Murdock (Charlie Cox). Sin embargo, en uno de los mejores diálogos de la serie, el mismo Frank le dice a Matt que estaba a un “día malo” de ser él y que la justicia que aplica es solo temporal mientras que la suya es definitiva. En “The Punisher”, uno de los enemigos a los cuales se enfrenta es Lewis Wilson (Daniel Webber), un joven veterano con problemas mentales radicalizado por ideas extremistas, lo que lo lleva de un soldado ideal a un terrorista blanco. En varios episodios vemos que Lewis vivió varios días muy malos desde que retornó de la guerra y de ese modo comenzó a incubar en él ese odio por los demás. La idea del “día malo” es que un concepto recurrente en las series de Marvel. El “día malo” es el suceso que rompe a una persona y lo hace perder la perspectiva, no la razón. En “Jessica Jones”, el “día malo” de Trish es cuando su madre es asesinada por Salinger como una venganza a Jessica y Trish quienes lo venían persiguiendo para detenerlo.
Al igual que Jessica, Trish es uno de los personajes más complejos y fascinantes de las series de Marvel y su relación con Jessica está llena de capas que oscilan entre la admiración, el amor, el resentimiento y recelo, pero lo que las une por encima de todo es que Jessica está tan dañada como Trish. El punto en discordia entre Jessica y Trish siempre fue que Jessica tenía las habilidades para ser una heroína pero nunca tuvo la predisposición de asumir esa responsabilidad y por su lado, Trish siempre quiso ser una heroína, pero no tenía esos poderes extraordinarios por lo que presionaba a Jessica para que usara los suyos para bien. Lo hemos visto durante toda la serie y también hemos visto miles de veces la historia de dos mejores amigos que se vuelven enemigos; solo por mencionar algunos en el mismo universo televisivo; Frank Castle y Billy Russo (Ben Barnes), Danny Rand (Finn Jones) y los Ward y Grant Ward (Brett Dalton) y los agentes de Shield. Entonces, ¿cuál es la diferencia de esas historias con la de Trish y Jessica? ¿Por qué molesta el rumbo por el que se ha ido “Jessica Jones”? La resistencia a esta historia se puede explicar en algo simple; ninguno de los personajes amigos que se volvieron enemigos eran la base de la serie como lo era el dúo Jessica/Trish. Las dos son la columna vertebral de la serie. Jessica ha sido el soporte incondicional de Trish del mismo modo que Trish ha sido el compás moral de Jessica. En una sola escena de “Defenders” se confirmó esta idea; todos tienen que poner a salvo a sus seres queridos; Matt hace que Karen Page (Deborah Ann Woll) y Foggy Nelson (Elden Henson) vayan a la comisaría y Jessica hace lo propio con Trish.
Sin embargo, vale la pena recordar que la segunda temporada se preparó el terreno para que Trish se convirtiera en la justiciera Hellcat luego de que obligara al Dr. Karl Malus (Callum Keith Rennie) a recrear con ella el experimento que le había dado los poderes a Jessica cuando era una adolescente. Y además de eso, también fue la temporada se comenzó a poner énfasis en las diferencias entre Jessica y Trish. Para Trish; el bueno merece protección y salvación y el malo la muerte y por su lado, gracias a sus experiencias pasadas y el peso de culpabilidad que siempre ha llevado encima, Jessica ve más allá de las etiquetas de “malo” y “buena”. La madre de Jessica fue el factor determinante que hace que estos dos pensamientos colisionen y se separen. En la tercera temporada, los mejores episodios son los que desarrollan los nuevos matices la relación Jessica/Trish luego que Trish matara a la madre de Jessica al final de la segunda entrega. Gracias al componente psicológico al que la serie nos tiene acostumbrados, desde “A.KA. The Perfect Burger” hasta “A.K.A. Everything” vemos la metamorfosis de Trish que pasó de una aspirante a heroína a una vigilante con una obsesión distorsionada que la hacía creer que lo que hace es lo correcto y por eso “tiene que hacerlo”. La personalidad narcisista de Trish, sus antecedentes de víctima perpetua, en conjunto a su tendencia adictiva que se va alimentando con la adrenalina de cazar y matar a los malos la hace delirar con que ella es la personificación de la justicia y por lo tanto, es ella la que decide quién vive y quién no. Si bien la actriz Rachael Taylor hace un trabajo fantástico al retratar de una manera enfermiza el nuevo propósito que se ha impuesto Trish, se trata de una posición similar a la de Frank Castle tras la muerte de su familia, por lo hasta cierto punto podemos entender que está buscando venganza. El “pasajero oscuro” de Trish, como diría Dexter, es esa necesidad de imponer una justicia por sus propios manos no tanto por la justicia sino para calmar esa sed de sangre que la consume. No es hasta "A.K.A A Lotta Worms" que ya vemos que Trish ha cruzado la línea al matar brutalmente a Salinger. Tras este suceso, si antes Jessica tenía una chance de salvarla ahora le toca detenerla.
Lo frustrante de la temporada es que sabíamos que ese momento llegaría y obviamente también sabíamos que Jessica haría lo correcto; atraparía a Trish y la entregaría a las autoridades. Y uno pensaría que algo así lo cambiaría todo, pero en ese no fue el caso. Mientras en otras series de héroes, los protagonistas tienen un punto de quiebre, algo que los hace evolucionar, mejorar o involucionar, Jessica Jones es la constante de la serie Jessica Jones donde lo demás cambia alrededor, pero ella sigue igual.
La serie se ha caracterizado por tener villanos que físicamente son no un peligro para Jessica Jones, pero que sí encuentran el punto débil de la heroína por su lado más vulnerable; sus demonios internos; sus miedos e inseguridades. Jessica Jones trasmite una impotencia mezclada de hartazgo porque sus habilidades y su fuerza no son suficientes para salvar a Trish. Esta es la razón por la que narrativamente romper el vínculo Jessica/Trish es un cambio de juego total, pero el problema es que no es un cierre satisfactorio ni si quiera para los estándares sombríos de Jessica Jones. Para colmo se deja varias preguntas que jamás van a ser respondidas y se prepara el terreno para una futura temporada que nunca se va a dar. En un balance general a “Jessica Jones” la sigue salvando el hecho que sea “Jessica Jones” y eso hace que la serie no se vaya por la puerta de atrás, pero tampoco se va por la puerta grande como lo hizo “Daredevil”, se va por la puerta de al lado con muchas críticas de sus seguidores.
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