A "Orange is the new Black" le ayudó bastante haber concluido su cuarta entrega en una nota alta con la infortunada muerte de Poussey Washington (Samira Wiley) lo que generó una revolución que buscaba justicia y un cambio radical pero que terminó como un motín improvisado que duró tres días en donde sucedió de todo. La vida en la cárcel de Litchfield se desliza en una zona muy gris con una brújula moralista muy confusa y karmática en donde ninguna acción puede ser reducido a un simple calificativo; nada es totalmente malo ni nada es bueno. Esta serie bandera de Netflix tiene un humor muy ácido y momentos dramáticos, crudos y realistas, pero a esta quinta temporada hay que sumarle el elemento de la incertidumbre que llenó de tensión cada capítulo porque todos sabemos que los motines nunca terminan bien.
Tres días
Los primeros spoilers de "Orange is The New Black" adelantaban su nueva dinámica; sin dejar los flashbacks de lado, el presente narraría las 72 horas que duró el sublevación de presas. Una estrategia que en teoría condensarían su característica más importante; su tendencia tragica-cómica. Desde la segunda temporada, OITNB a elevado a sus personajes secundarios al mismo nivel que sus protagonistas y esta nueva fórmula le permitió profundizar en cada miembro del elenco sin opacar a nadie y en esta oportunidad, todos tuvieron historias relacionadas al motín, que es el plot principal, sin embargo, en la ejecución de los flashbacks, algunos se sintieron fuera de lugar, como si no aportaran a la historia general. De modo que hemos tenido momentos muy serios, indignantes, frustrantes, felices, surreales, ridículos y hasta momentos de suspensos y miedo, pero según la historia real, ningún motín ha exitoso y la serie nos explica el por qué; el egoísmo, la desorganización y el agotamiento.
Además, no todas las historias han sido vitales y algunas han bordado lo absurdo como es el caso de Angie Rice (Julie Lake) y Leanne Taylor (Emma Myles), pero el punto en común ha sido el "causa - efecto" de las acciones de cada uno de ellos de una manera siniestramente poética casi como un castigo divino.
La temporada empezó justo donde se quedó el season finale con Dayanara Diaz (Dascha Polanco) rodeada por las presidiarias y apuntando con un arma a Humphrey y a McCullough. Dayanara intenta no sucumbir a la presión y por decisión propia termina disparándole en la pierna a Humphrey y sin tratamiento médico apropiado, era obvio que iba a morir. Más adelante, Dayana asumió su responsabilidad al entregarse a las autoridades por "el bien mayor" del motín de la prisión, pero recordemos que lo que le pasó a Humphrey fue porque ingresó un arma a la cárcel pese a que estaba prohibido.
Los guardianes de la cárcel y el representante de relaciones públicas que trabaja para la corporación de la que es parte la prisión fueron tomados como rehenes, fueron humillados y tratados como menos que nada del mismo modo que las reas han sido tratadas por el simple hecho de ser reas. La novia de Caputo, Linda Ferguson, tuvo que hacerse pasar como una rea, eso fue hasta que Boo descubre la verdad y la expone. El juego de la culpa no es blanco y negro, pues, tanto Caputo y como Linda son en parte responsables por la situación actual de la cárcel y la cárcel es producto de un sistema podrido.
Aunque la búsqueda de justicia por Poussey es entendible y la rebelión nació de la injusticia, Tasha "Taystee" Jefferson (Danielle Brooks) nunca tuvo un plan y el ambiente solidario rodeado de una falsa ilusión de libertad y control se transformó rápidamente en un ambiente tóxico e individualista, nadie se percató lo rápido que todo podía irse al carajo. Para cuando el gobernador está dispuesto a ceder ante sus demandas, a lo caótico le teníamos que sumar la tercadez de Taystee que le revienta en la cara a todos.
Paralelamente, tuvimos historias de reivindicación y hasta de redención. El personaje clave de esta temporada ha sido Frieda (Dale Soules), cuya historia de supervivencia fue abordada en un flashback y es quien hace un refugio en una piscina abandonada de la cárcel porque sabía muy bien que el motín no tendría un buen resultado. Red (Kate Mulgrew) pasó la mitad de las horas drogada tratando de encontrar el perfecto modo de vengarse de Piscatella (Brad William Henke) mientras que Piscatella busca cualquier modo de involucrarse en la posible intervención de la cárcel y después, ingresó a Litchfield para secuestrar al grupo más cercano de Red y luego de hacerlo procede a torturar a Red. El capítulo "The Reverse Midas Touch" nos reveló de dónde nace el odio de Piscatella por los presos y es que un reo violó a su novio,otro preso, en una cárcel en donde trabajaba antes de Litchfield. Pese a la oscuridad que envuelve a Red, ella es mejor que Piscatella porque está en contacto con su humanidad en los momentos más críticos y es por eso que lo deja ir. En el pasadizo, uno miembro del equipo SWAT que estaba interviniendo la prisión en búsqueda de las demás reas que estaba en la piscina le disparan. La muerte de Piscatella no es 100% satisfactoria, pero es justamente parte de ese tumulto de casualidades sádicas y fuera de control dentro del caos de la cárcel, así que la resolución no justa, pero sí necesaria.
Entre las historias disparatadas que ha habido en esta entrega están la de Angie y compañía, el obligar que los rehenes participen en un concurso de talentos, todas las escenas de Flaca y Maritza, el escape de Chang y Pennsattucky sin que nadie se diera cuenta, el inoportuno embarazo de Morello, la relación de Boo y Linda.
Los momentos más sentidos son el memorial de Soso honorando a Poussey, el flashback de la primera vez que Taystee conoció a Poussey, la conversación de Dayanara con la mamá de Pornstache en donde le cuenta la verdad de su hija para que la busque y la críe. Dayanara esta temporada se ha liberado de la terrible influencia que su madre ha ejercido en ella durante toda su vida. El momento más agridulce la conversación de Baxter Bayley (Alan Aisenberg) con el padre de Poussey porque Bailey esperaba pagar de alguna forma su crimen y el papá de Poussey se rehúsa a pegarle o perdonarle, advirtiendo que tendrá que vivir con esa culpa todos los días de su vida. Difícil no sentir pena por Bayley porque vemos cómo la culpa lo está consumiendo, aunque no es para menos, es responsable de la muerte de Poussey.
En un tono mucho más melodramático en el plano sentimental, es tierno ver lo mucho que Nichols (Natasha Lyonne) quiere a Lorna (Yael Stone) hasta el punto de estar dispuesta a aconsejar a Vinnie y a proteger a Lorna hasta el final y también la pedida de mano de Piper a Alex es bonita. Esta temporada también redujo el enfoque en Alex (Laura Prepon) y Piper (Taylor Schilling), no obstante, puedes odiar a Piper o no, es innegable que el amor, así sea retorcido, entre ambas es verdadero, aunque es muy difícil avizorar un final feliz. Sabemos que son endgame, pero es complicado apoyarlas cuando Piper es como es, pero para la sorpresa de todos, Piper estuvo menos insorportable hasta podríamos decir que está en una suerte de camino de redención.
Al igual que la cuarta entrega, esta temporada termina con un cliffhanger que promete; por un lado, las reas están siendo separadas y trasladas a nuevas cárceles y por el otro, los policías revientan la puerta del refugio donde se encuentran el grupo de Red, Frieda, Taystee, Crazy Eyes, Gloria, Black Cindy, Piper, Alex y Nichols. Teniendo en cuenta que uno de los agentes acaba de matar a Piscatella dudo que vayan a matar al grupo. Pese a todo, el motín es un punto de quiebre que cambia el rumbo en OITNB.
Y si bien, la quinta temporada no ha sido la mejor de la temporada de la serie, ha arreglado mucho las cosas para sentirse como una de las más fuertes, sobre todo en las emociones contradictorias y ambiguas que logra evocar. La serie explora lo peor, la deshumanización y el lado oscuro, de todos incluso los que podemos considerar "los buenos". El motín les dio la oportunidad de probar una nueva narrativa que es precisa pero limitada considerando que lo rápido que toda la situación se complicó, aunque sin alejarse mucho de su humor negro, muchas de las secuencias, especialmente la del concurso, se sintieron sumamente incómodas por las circunstancias pero igual de fascinantes de presenciar.
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